Si el mundo fuera justo, Russell Crowe y Paul Bettany habrían tenido tres o cuatro aventuras en alta mar, pero, lamentablemente, Master & Commander se compone de una única entrega. Eso sí, una muy superior a cualquier otra aventura marinera que hayamos podido ver en el cine. La película dirigida por Peter Weir se estrenó en 2003, casualmente cuando vio la luz Piratas del Caribe: La maldición de la Perla Negra, su competencia espiritual -por aquello de ambientarse en mitad del océano- que sí tuvo una franquicia muy exitosa.
No es por desmerecer la saga protagonizada por Johnny Depp, pero hay batallas en Master & Commander que los piratas no pueden mejorar. Es una película con una autenticidad y encanto que la colocan en una posición única.
Una película destinada al éxito
Master & Commander es la adaptación de una serie de libros de Patrick O'Brian que se extiende a lo largo de 20 libros y que se centra en el capitán Jack Aubrey y el médico a bordo Stephen Maturin, quienes participan en las guerras napoleónicas de principio del siglo XIX. Conocida como la serie Aubrey-Maturin, la franquicia tuvo un gran reconocimiento internacional y llegó a estar en la lista de los más vendidos del New York Times. En otras palabras, al adaptar el primer libro, 20th Century Fox sabía perfectamente que la gente iba a ir al cine a verla.
Para la adaptación, el director contó con Russell Crowe y Paul Bettany, dos actores que se entienden muy bien, como quedó claro con Una mente maravillosa. Aquí repiten para ponerse al mando del HMS Surprise, un buque de guerra británico que persigue a la fragata francesa Acheron.
Hablar de la vida cotidiana para que los momentos bélicos sean más violentos
Si Piratas del Caribe enfoca toda su acción en la aventura, Master & Commander es una película de guerra en alta mar con grandes escenas de lucha. Sin embargo, uno de sus grandes valores es que Peter Weir supo dar al guion -que escribió junto a John Collee- el espíritu curioso y descubridor que necesitaba a través del personaje de Maturin (Bettany). La película, por tanto, se mueve entre la investigación, el ímpetu de un relato de aventuras y la cotidianidad sobre cubierta.
Dicho esto, si Master and Commander tiene que entrar en harina, lo hace. Su apuesta por los aspectos más rutinarios de un buque no quita que, en ocasiones, sea una dura película de guerra. Parte de eso está en el material original. Los libros de O'Brian se caracterizan por la apasionante narrativa de las batallas navales y Weir lo trasladó a la gran pantalla.
Rara vez hay batallas navales mejores y más realistas que en Master and Commander en el cine. Y con eso también nos referimos a Piratas del Caribe. Que el director dedique tiempo a contar la vida cotidiana de la tripulación hace que los momentos más críticos sean aún más violentos para el espectador. Este interés por la humanidad dentro de la máquina de guerra hace de Master and Commander una gran película.