Tras sufrir una violenta agresión en el que su prometido es asesinado, Mina se convierte en una vengadora de la noche con un único objetivo en mente: acabar con la vida de todos los hombres peligrosos que puedan hacer daño a las mujeres. Mientras, el hermano policía de su novio también busca acabar con la banda de moteros asociada con el asesinato.
Es la descripción de la Dangerous Men, un 'thriller' de acción que probablemente no conozcas, puesto que pasó sin pena ni gloria durante apenas una semana por las salas de cine y además fue objeto de unas críticas bastante pésimas. Sin embargo, la historia que hay detrás de la película tiene su gracia.
Aunque no se estrenó hasta el año 2005 -y a ese tema también llegaremos ahora-, Jahangir Salehi, un arquitecto iraní que había producido un par de proyectos cinematográficos en su país, comenzó a trabajar en una nueva película Dangerous Men en el año 1984, queriendo que fuera su primera producción en territorio estadounidense. Salehi había huido de la Revolución islámica en 1979 junto a su familia para asentarse en EE UU y asumió todas las tareas de la película, que escribió, dirigió y produjo bajo el pseudónimo John S. Rad -el único nombre que aparece, y seis veces, en los títulos de crédito-. También pagó la distribución de su bolsillo.
La primera versión de la película estuvo lista muy pronto, ya en 1985, pero tuvieron que pasar 20 años más para que estuviera lista del todo. Sin embargo, lejos de acercarse a ejemplos como los 13 años que James Cameron estuvo trabajando en Avatar 2 u otros del estilo, la espera de dos décadas no tuvo nada que ver con el perfeccionismo. De hecho, dado el resultado poco profesional de la película, más bien podríamos decir que todo lo contrario.
Desafortunadamente, Rad murió poco después, en 2007, así que todo lo que ocurrió en aquellos 20 años en los que le estuvo dando vueltas a su película, es realmente un misterio. Sin embargo, su hija, Samira Wenzel, daría algunas claves en una entrevista con Vanity Fair con motivo de un reestreno de la película en 2015, ya con distribuidora, que hubiera llenado de orgullo al iraní. Wenzel, que hablaba de su pasado como una infancia con todas las comodidades en la que no le faltó de nada pero también los terrores del comienzo de la revolución, recordaba algunas de las películas que su padre hizo en Irán y por las que incluso ganó premios, pero de las que nunca más se supo.
Amante del cine, Rad siguió ganándose la vida como arquitecto en Estados Unidos, pero siempre persiguiendo su sueño de poder producir. Así, comenzó a trabajar en Dangeorus Men en los 80, pero tenía claro que quería hacerlo solo: "No quería deudas. Quería tener dinero en efectivo. No quería dejar el trabajo de su vida en manos de nadie. Siempre quería la perfección, pero la perfección en sus ojos era diferente que la perfección en los nuestros".
"Y eso se puede ver en la película", sentenciaba Wenzel.
La historia de un director orgulloso que se hizo un Juan Palomo
Así, para hacer el largometraje, el arquitecto-director exprimió sus pocos recursos al máximo: por un lado él se encargó de todo, pero, también apostó por contratar a actores no profesionales para protagonizar la película y por utilizar técnicas poco habituales de montaje que acabaron consiguiendo que la película, ya montada, tuviera cortes incoherentes.
"Les pagaba 10 dólares al día y un McDonalds", contaría Zack Carlson, programador del Fantastic Fest en el que también se proyectó la película en 2015, de acuerdo a lo que le había contado uno de los miembros del reparto. Otra de las "actrices", Donna Ohana, ni siquiera recuerda haber cobrado, pero sí que el director tenía en mente que su película fuese todo un acontecimiento:
Me dijo que esta sería la película más grande jamás vista. Las palabras exactas que usó fueron: 'Esto va a ser más grande que E.T.'
Una ambición que no tenía a su servicio ningún tipo de recursos y que quedó marcada por la absoluta precariedad.
Según Ohana, Rad les quiso enseñar un primer montaje ya entonces, en 1985, e incluso alquiló un cine para hacerlo: "Alquiló el Teatro Avco en Wilshire Boulevard. Estabamos emocionados. Pensamos: 'Vaya, esto va a ser increíble". Sin embargo, tras verla, acabaron todos horrorizados: "Nos miramos y dijimos: 'Mierda'. Sabíamos que era terrible allí mismo. Salimos. ¡Me sentía avergonzada!".
El director, sin embargo, estaba decidido a seguir adelante. No obstante, en algún momento, decidió que la película no estaba terminada y estuvo unos cuantos años haciendo cambios que, según parece, incluían coger cortes de otra película. Al final, Dangeorous Man estuvo lista en 2005, pero, para sorpresa de nadie, tuvo que distribuirla él mismo pagando a cinco cines de su bolsillo para que la proyectasen. Apenas le llegó para una semana en cartel. "Seguía diciendo: 'Esta película puede generar mucho dinero'. Necesito ayuda para llevarla a los cines", contó su hija. "Él nunca se rindió. Dijo: 'Hasta que muera, no voy a renunciar a esta película'. Esta película puede tener éxito, simplemente no estoy llegando a las personas adecuadas ni al lugar correcto".
Aunque Rad murió en 2007 y no vivió para verlo, la película vivió una segunda vida en 2015, cuando Drafthouse Films adquirió los derechos para su distribución. Afortunadamente, según su hija, puesto que estaba tan seguro de que su película era una maravilla, que no hubiera encajado muy bien las malas críticas. Y las tuvo, porque no era una buena película, pero, al mismo tiempo, muchos coincidieron en que su visionado acababa siendo una experiencia fascinante.