"Tan pronto como terminó esta película, me conecté a Internet y me alisté en el ejército estadounidense. Ningún niño volverá a sufrir así bajo mi supervisión". No sabemos si este suscriptor de Letterboxd realmente se alistó justo después de haber visto Ven y mira (masacre), pero la película dirigida por Elem Klimov es tan dura que no dudamos de su palabra.
La cinta de 1986 no solo fue reconocida como la mejor película -de una lista de 250- por los usuarios de Letterboxd en 2022, sino que es, para muchos, el retrato más preciso y auténtico que puedes encontrar en el cine sobre la guerra. La lista de Letterboxd se lleva a cabo con las calificaciones de todos los cinéfilos de la plataforma. Hasta que llegó Ven y mira, la que había estado ocupando el primer puesto había sido El padrino, de Francis Ford Coppola; después se lo arrebató Parásitos, de Bong Joon-ho. Ahora, dos años después, la más votada resulta ser Harakiri, de Masaki Kobayashi.
El filme cuenta la historia de un niño de 13 años llamado Flyora Gaishun que, después de desenterrar un rifle mientras explora con un amigo, es reclutado por las fuerzas soviéticas y sacado a la fuerza de la casa de su madre. Así, el joven Flyora se convierte en un miliciano encargado de las tareas menores. Tratando de huir del horror conoce a Glasha, una joven adolescente que trabaja como enfermera y que se convertirá en un apoyo.
"Ven y mira es una película que me resulta casi imposible reseñar. Describir ver una película como una "experiencia" a menudo resta valor a la calidad de la pieza, pero considerando el profundo efecto que la película tuvo en mí, realmente siento que ninguna otra palabra puede hacerle justicia", escribe otro usuario de la plataforma.
La cinta de Klimov deja un recuerdo imborrable en todos sus espectadores. Escrita por el propio Klimov y el guionista bielorruso Ales Adamovich, es una adaptación de la novela corta Khatyn de éste último, publicada en 1971, y sus memorias, Out of the Fire, lanzadas en 1977 y adaptadas a su vez de los testimonios de la vida real de más de 300 sobrevivientes bielorrusos que presenciaros auténticas barbaridades por parte del régimen nazi.
En una entrevista con KINEMA, el director Elem Klímov señaló que la cinta es un reflejo de su propia infancia. "Fue una especie de reflejo de lo que sentí de mis propias emociones en el momento de la guerra. O, se podría decir, de mi infancia en tiempos de guerra. Porque cuando empezó la guerra yo sólo tenía ocho años. Nací y crecí en Stalingrado. Entonces, como muchos de mis amigos y conocidos, todos vivimos juntos momentos muy difíciles", asegura.
Aunque su visión nada tiene que ver con todo lo que pudo contar el guionista Adamovich: "Tenía la misma edad que el protagonista de la película. Él y su familia lucharon con los partisanos y fueron testigos del genocidio perpetrado por los nazis en suelo bielorruso".
Toda la película es un grito antibelicista, pero tiene 25 minutos de metraje donde el protagonista y todos los espectadores presencian, con todo lujo de detalles, los horrores de los alemanes en el asedio a un pequeño pueblo. Un retrato desgarrador que ha quedado plasmado para siempre en la historia del cine.