Tiene un apellido bastante impronunciable, pero Arnold Schwarzenegger ha conseguido que sea conocido en todo el mundo, sin importar lugares ni generaciones. Hijo de una familia humilde austriaca, es bien sabido que Schwarzenegger comenzó como fisioculturista profesional antes de ser actor, pero, en los años 70, empezó a hacer sus primeros pinitos en la profesión que acabaría convirtiéndole en una de las grandes estrellas de Hollywood.
Con una fortuna de más de mil millones de dólares según Forbes, una cifra que la mayoría de los actores no llegan a amasar, Schwarzenegger es uno de los interpretes más ricos del mundo. No todos sus ingresos provienen de sus películas, sin embargo, puesto que la mayoría de ellos van a parar el pago de tasas, los honorarios de sus agentes y otros gastos. No obstante, el actor, político y empresario cuenta con numerosos bienes y nunca ha dejado de mover su dinero y hacer inversiones inmobiliarias y empresariales, algunas bastante arriesgadas, que le han reportado muchos beneficios. Además, ha fundado varias empresas.
Aunque su trabajo como actor no sea el origen principal de su multimillonaria fortuna, Arnold Schwarzenegger también es una de las estrellas de Hollywood más productivas de la historia, con 13 de sus películas por encima de los 200 millones de dólares. La más taquillera de todas: Terminator 2: El juicio final (520 millones), a la que siguen Terminator: Génesis (440 millones) y Terminator 3 (433 millones).
Sin embargo, ninguna de ellas ni de las que ocupan los primeros puestos de la lista, como Mentiras arriesgadas o Los Mercenarios, son las que más beneficios le han reportado.
La película más rentable de su carrera es otra muy diferente y probablemente una en la que ninguno hubiéramos pensado fácilmente: Los gemelos golpean dos veces, la divertida comedia que coprotagonizó en 1989 junto a Danny DeVitto y que estaba dirigida por Ivan Reitman (Los Cazafantasmas).
El largometraje que todos recordamos con tanto cariño resultó ser un gran éxito y figura entre sus películas más taquilleras con una recaudación de 216 millones -nada mal para finales de los 80 y sus 18 millones de inversión-, pero la clave estuvo en el acuerdo al que Schwarzenegger, al igual que DeVitto y Reitman, llegaron con la productora: accedieron a no cobrar a cambio de un alto porcentaje de las ganancias y al final acabaron llevándose el premio gordo.
"Déjame que Danny, Ivan y yo Seamos propietarios del 45% de la película como paquete", recordaba el actor en una entrevista con el podcast de Nerdist en 2023. "Sentí: ¿por qué alguien tendría que pagar cuando no sabían con certeza si la película iba a funcionar? Yo asumo el riesgo, tú tomas el riesgo. Asumamos el riesgo todos y vayamos todos a trabajar".
Creo que todos ganamos más dinero con esa película que con cualquier cosa que hayamos hecho, a pesar de que yo he tenido sueldos de 30 millones de dólares en algunas películas... Este fue la mayor porque teníamos un porcentaje de todo: Los derechos de televisión, los derechos de cable, el merchandising... Poseíamos ese dinero e hicimos una fortuna
"Fue uno de esos ejemplos de que cuando no tienes tanta hambre de dinero a veces es mucho mejor, porque es tu pasión por el proyecto, es tu interés en el proyecto… Eso crea una relación completamente diferente con el estudio y los trabajadores que te rodean", aseguró convencido.
Unos años antes, también había hablado de ello en el programa de Graham Bensinger: "Se convirtió en un acuerdo tan histórico que el estudio nunca más volvería a cerrar ese trato".
