En 1983, la fama de Jim Carrey se había disparado por completo en el circuito independiente. En solo cinco años había pasado de recibir abucheos con sus imitaciones en un local de Toronto a aparecer en tres películas el mismo año. Eso sí, ninguna de las tres especialmente buena. Copper Mountain era, en realidad, un anuncio de una hora de una agencia turística llamada Club Med; The sex and violence family hour era un recopilatorio de sketches underground que fueron directos a vídeo e Introducing... Janet, que tiene una historia, digamos... especial.
Cambiamos de nombre
Y es que, aunque se suele decir que es de 1983, realmente la película se estrenó en la televisión canadiense dos años antes. En ella, la protagonista era claramente Adah Glassbourg, que interpretaba a una chica con sobrepeso con talento para reírse de ella misma en el instituto que cree que tiene un futuro en el mundo del stand-up. Para conseguirlo, conoce a Tony Maroni (sí, no se les ocurrió otro nombre), un cómico en decadencia que quiere salvar su show como sea. Hasta aquí bien.
El problema es que en 1983, con la fama de Jim Carrey empezando a despegar, decidieron que era el momento de que la película saliera en VHS, pero con su nombre original, sino con el de Rubberface, haciendo alusión y convirtiendo a Carrey en el protagonista absoluto. De hecho, el eslogan en la cinta rezaba "Cabeza grande. Piel fina. Cráneo adormecido", con una flecha que señalaba a Carrey poniendo una mueca. Poco sabían lo que estaba por venir.
Una década después, en 1994, y tras haber trabajado con Francis Ford Coppola, el programa In Living Color o Richard Lester, Carrey consiguió estrenar tres películas el mismo año: Ace Ventura, La Máscara y Dos tontos muy tontos. Había nacido una estrella de golpe y porrazo. Y, por suerte para él, Rubberface (que es más mala que el demonio) pasó al olvido. Hasta ahora.