Décadas de cultura de terror y una fórmula demasiado manida hacen que la mayoría de cintas del género ni sorprendan ni aterren ni llamen la atención. Por suerte, siempre hay algún cineasta enamorado de las claves del horror que consigue salirse de lo más convencional y ofrece joyas como De naturaleza violenta. Chris Nash es el director de un 'slasher' puro que conoce demasiado bien las reglas para seguirlas. Prefiere encontrar su propio camino y cambiar el foco para seguir sorprendiendo.
En De naturaleza violenta nos encontramos con el típico asesino en serie acechando a los jóvenes en las entrañas de un bosque. La diferencia aquí es que la cámara se centra siempre en el punto de vista de esta bestia sin escrúpulos, una criatura que solo quiere matar a la que acompañamos en su búsqueda de víctimas.
Esta nueva perspectiva surge como un auténtico soplo de aire fresco y convierte a la cinta de Nash en una gominola para los amantes del terror que, como el psicópata protagonista, poco se preocupan por el bienestar de los asesinados. Cuanto peor sea la muerte y más original la forma de perpetrarla, mejor. Y aquí hay una gran creatividad a la hora de sumar cadáveres, comenzando por la postura imposible en la que termina la practicante de yoga. Es en estos momentos donde se respira la esencia más clásica de los ‘slashers’ y donde los amantes del horror se lo pasarán en grande.
Mientras, por un lado, Nash da muestras de conocer al dedillo el legado de psicópatas como Jason Voorhees, Freddy Krueger o Michael Myers; por otro juega con la cámara como pocos cineastas se han atrevido a hacer con una cinta de terror. ¿Y si Gus Van Sant conociera a Tobe Hooper? Si juntamos ese ritmo lento y reposado, las largas secuencias y la cámara al hombro siguiendo a personajes durante secuencias enteras con la violencia cruda del director de La matanza de Texas (1974) lo que tendríamos sería este 'slasher' que reduce el género a su expresión más sencilla y funciona.
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Poca narración encontramos en De naturaleza violenta. Aquí no hay planteamiento, nudo y desenlace, solo una criatura matando a inocentes y ofreciendo un festín de sangre para los muy cafeteros, algo que disfrutarán ampliamente los que están dentro del grupo pero que podría repeler a los que quieren algo más convencional.
Aunque carece de historia, el director no deja pasar la oportunidad de crear su propia mitología, explicando el origen del asesino y dando un carácter especial al bosque donde sucede todo. Esa máscara vintage, la cadena al hombro, el gancho y los pasos lentos construyen un asesino en serie icónico desde el momento en que aparece en pantalla. De nuevo, el realizador conoce muy bien la importancia de los símbolos y un villano con esta presencia aporta un plus de disfrute a la experiencia.
De naturaleza violenta es, en definitiva, una propuesta de terror clave para entender el género de los últimos años. Al igual que cintas como El último late night o cualquier creación de Ari Aster, estamos ante películas creadas por auténticos fans del horror que parten de una base sólida y familiar para elaborar su propio mundo y llegar a otros escenarios. No se trata de destruir lo viejo, sino de sumarle elementos para fascinar a las mentes poco impresionables de los espectadores actuales. Chris Nash, al menos, acierta de pleno.
