"Para salvar París de un baño de sangre internacional, una científica en duelo se ve obligada a enfrentarse a su pasado cuando un tiburón gigante aparece en el Sena".
Es la premisa bajo la que se nos presenta En las profundidades del Sena, una película de acción y suspense que acaba de llegar a la plataforma de streaming Netflix y que ya es número 1 en varios países, entre ellos España, donde ya lidera el ranking de lo más popular.
Dirigida por Xavier Gens para la plataforma, la película está protagonizada por Bérénice Bejo en la piel de Sophia, una científica que recibe una preocupante alerta por parte de activista medioambiental Mika (Léa Léviant) en plena preparación del Campeonato Mundial de Triatlón que está a punto de celebrarse en París y que la ciudad espera con gran expectación: un enorme tiburón del Atlántico ha llegado de alguna manera al río Sena y ahora se encuentra en París.
Cuando la investigación de Sophia lo confirma y ella informa a los políticos de la ciudad sobre el peligro, nadie la cree, pero la científica encuentra un apoyo en Adil (Nassim Lyes), el comandante de la policía fluvial. Juntos tratan de dar caza al depredador, pero, cuando se da el pistoletazo de salida para la Copa del Mundo, la parte de natación de la competición deportiva se convierte en un buffet gourmet para el desubicado tiburón.
Como suele pasar con las películas de supermonstruos -y especialmente las de tiburones-, el largometraje no ha tardado en llamar la atención de los suscriptores de Netflix, pero algunos científicos no han podido evitar mostrar su estupefacción con lo poco realista de la premisa que propone la historia.
"La película 'Megalodón' es más coherente"
"Es una vergüenza. Me caí del armario cuando vi el tráiler", dice Nicolas Ziani, fundador del grupo Phocéen Shark Study Group dedicado al estudio de tiburones, en declaraciones a Le Parisien. "Es un apocalipsis cognitivo. Es una noticia casi falsa. Estamos importando un problema que nunca ha existido en Francia. La película Megalodón protagonizado por Jason Statham, es casi más coherente".
"Por supuesto, hay especies eurihalinos [que toleran variaciones de salinidad], como los tiburones grises, que se han adaptado a aguas salobres pero no precisamente a aguas dulces, como en el Ganges", confirma el especialista.
Pero el gran tiburón blanco es una especie muy sensible, no sobreviviría dos días en las aguas del Sena ni siquiera sin contaminación
"Esta película da una imagen de catastrofismo que roza la demencia. No tiene credibilidad científica, aunque rodee su tema de un vago mensaje ecológico", sentencia. Además, el científico recuerda que el gran tiburón blanco está en peligro de extinción y se ve muy raramente en las costas francesas.
Por último, el experto se ha referido al presupuesto de 20 millones de euros de la película, que hubiera sido mejor invertir en investigación: "La investigación para comprender mejor a nuestros tiburones franceses está en agonía en este momento".
