En el mundo de los actores primerizos es normal avergonzarse de tus primeros trabajos. Por ejemplo, Jennifer Aniston participó en Mi amigo Mac, George Clooney en El regreso de los tomates asesinos y Leonardo DiCaprio en Critters 3. Sin embargo, puede que nadie gane en vergüenza a Sylvester Stallone, que en 1970 cobró 200 dólares por dos días de trabajo en una película titulada The party at Kitty and Stud's, que era erótica bordeando la pornografía. Cuando Rocky consiguió el éxito, se reeditó con otro nombre: El semental italiano.
De sementales a matones
En aquellos momentos, Stallone estaba viviendo en la calle, durmiendo en una estación de autobús, y necesitaba el dinero de manera desesperada. Sí, si tienes curiosidad morbosa, se le ve desnudo, pero para llegar hasta ahí primero tienes que aguantar la película completa, y os aseguro que no es fácil. Poco después, empezó a salir del atolladero y conseguir distintos papeles de extra en películas como ¿Qué me pasa, doctor? o MASH antes de encontrarse con Woody Allen.
Puede que su papel en Bananas no vaya a ser el más recordado de su carrera, pero al menos le dio un buen rato delante de la cámara y proyección. En la película, que es, por cierto, de lo más divertida, Stallone se dirige a Allen en el metro y le mira de manera amenazante. Podría ser peor, oye.
Si os estáis preguntando por el título de la película, Allen contestó en su momento "Se llama Bananas porque no hay bananas en ella". Solo era su tercera película después de ese redoblaje gamberro llamado Lily La Tigresa y de Toma el dinero y corre. El cómico de stand-up se estaba haciendo un hueco al mismo tiempo que, sin saberlo, le daba una oportunidad a quien después sería uno de los guionistas y directores más influyentes de finales del siglo XX. Y todo empezó amenazando a Woody Allen. La de historias que empezarán así.