Era una de esas películas que, desde la estantería del videoclub del barrio, nos miraba de manera inquisidora, como tentándonos a que la agarrásemos entre nuestras manos, como si de la fruta prohibida se tratara.
Y es que su portada era grotesca. Un tipo que aparentaba ser fornido aguantaba en una mano un puñal ensangrentado; en la otra, la cabellera de una mujer. El hombre pisaba un gran charco de sangre y, sobre sus espinillas, el título de la película: MANIAC. Su eslogan: "Te avisé de que no salieras esta noche".
Maniac iba un poco más allá del típico slasher de la década de los ochenta, aunque fuera coetánea con las películas que dieron forma al género, como Viernes 13. Esta última, aunque salvaje y gore —más en el recuerdo de lo que al final es, y si no me creen, vuelvan a verla-carecía de la suciedad, la excesiva virulencia y la mala baba de Maniac. Una película, por cierto, que a día de hoy rezuma una misoginia difícil de justificar incluso en aquellos ya lejanos años ochenta.
Si tuviéramos que encontrar un precedente de Maniac -por lo menos en el cine mainstream y fuera de los circuitos de cintas de carácter exploitation— tendríamos que irnos ocho antes, hasta La última casa a la izquierda—, la primera película de Wes Craven, futuro director de Pesadilla en Elm Street. En esta cinta, que también inauguraba el género del rape & revenge— también poseía ese aspecto sucio y peligroso. Mientras la veías, sabías que algo malo estabas haciendo.
Maniac, ligeramente inspirada en los asesinatos del infame Hijo de Sam narra los escalofriantes asesinatos de un hombre de mediana edad que acostumbra a cortarle la cabellera a sus víctimas y a clavárselas con clavos a maniquíes con los que luego se acuesta. Un día, conoce a una fotógrafa y algo le remueve por dentro.
Uno de los grandes aciertos de la cinta fue el beneficiarse de los maravillosos efectos prácticos del genio Tom Savini. Cualquier película del género que quisiera disfrutar de imágenes realistas y repugnantes debían echar mano de Savini, que incluso se reservaba un pequeño papel en la película. El otro, su protagonista, Joe Spinell, al que también hemos visto en otras cintas míticas como Taxi Driver o A la caza, y que parecía haber nacido para el papel.
El punto de vista, un acierto en 'Maniac'
Y otro de los grandes aciertos, que luego resonaría en películas como Henry, retrato de un asesino u Ocurrió cerca de su casa, es que asistimos en primera persona a todo lo que el asesino hace y deshace, ya que es su punto de vista el que adopta la cinta. Ni el de la investigación, con el típico detective siguiendo el caso, siempre un paso por detrás del asesino, ni de la empatía con la víctima, con la típica final girl de las películas de terror. Aquí nos levantábamos y nos acostábamos con el asesino. Algo muy duro de digerir.
Este uso del punto de vista se llevó al extremo en el apreciable remake francés de Maniac, estrenado en 2012 y producido por Alexandre Aja (Las colinas tienen ojos): toda la película está rodada con cámara subjetiva. Literalmente, el espectador es el asesino.
Maniac es una película despreciable, sí, pero también magnética y retrato de una Nueva York que vivía al límite, con grandes niveles de criminalidad. Desborda talento y pasión por lo que se cuenta, pero hay que verla con cautela. ¡Ah! Y con una conexión VPN.
Maniac está disponible solo en EEUU gracias a la plataforma Shudder, especializada en cine de terror. Sin duda, Shudder es una de las mejores, por no decir la mejor, plataforma para los que amamos el género en todas sus variantes. Y si no disponemos de una conexión VPN, no podremos tener acceso a ella.
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