El 19 de noviembre de 1959 se estrenaba en la televisión americana Rocky y sus amigos, que posteriormente pasaría a la historia con el nombre de Las aventuras de Rocky y Bullwinkle, una ardilla y un alce metidos en multitud de locas aventuras y que presentaba distintos segmentos, como Dudley Do-Right (llevada después al cine por Brendan Fraser), Fractured Fairy Tales o, por supuesto, Peabody's Improbable History, en la que un perro profesor llamado Sr. Peabody enseñaba historia viajando por el tiempo junto a un niño llamado Sherman. La serie era divertidísima e incluso llegó a tener una correcta adaptación a película años después, en 2014.
Regreso a Peabody
La serie tuvo 91 episodios, donde conocieron a personajes como Cleopatra o Cristobal Colón, y después de la década de los 60 conoció un remake tardío en Netflix, que duró 4 temporadas la mar de dignas. Entre medias, los personajes calaron tanto en la cultura pop americana que tuvieron apariciones en Los Simpson, Padre de familia o Wander Over Yonder. Pero su referencia más divertida permanece desconocida para la mayoría de sus fans.
Y es que, en Regreso al futuro, cuando Marty llega a 1955, lo hace en la Granja Peabody, regentada por un hombre llamado Otis Peabody, con un hijo del cual nunca llegamos a saber el nombre... a no ser que nos quedemos a los títulos de crédito, donde podemos comprobar que se llama Sherman Peabody, la mezcla de los dos personajes que viajaban por el tiempo y que sin duda influencieron enormemente a Robert Zemeckis (aunque fuera de manera subconsciente).
Lo cierto es que cualquier espectador americano podría haber pensado que Rocky y Bullwinkle nunca habían dejado de hacer episodios, porque siguieron repitiendo la serie original con mil nombres distintos (The Bullwinkle show, Bullwinkle Moose-a-rama) hasta 2003. No es de extrañar, pues, que se les hiciera un homenaje más que merecido en Regreso al futuro. ¡Ah! Si tienes curiosidad, en España se emitieron en Canal+ en su contenedor infantil Programa más o menos multiplicado o dividido. No te preocupes por no conocerlo: ¡ni los niños de la época lo teníamos muy claro!