Cuando en Universal decidieron comprar Tiburón, la novela en la que se basa la película, su autor, Peter Benchley, estaba perplejo. De hecho, aunque no dijo nada, creyó que valía la pena que se la hubieran leído dos veces para darse cuenta del dineral que se iban a gastar en efectos especiales. Pero los productores estaban emocionadísimos y, después de probar con un par de directores más expertos, se lo dieron al autor de una película hecha para televisión titulada El diablo sobre ruedas: un tal Steven Spielberg.
¡Paren el rodaje! ¡Hay un tiburón!
De hecho, el director quiso marcharse en un momento dado para dirigir Los aventureros del Lucky Lady, pero en Universal le obligaron a quedarse utilizando su poder de veto. Imaginad lo que habría cambiado su carrera si hubiera cometido ese error. Tiburón, al final, se pasó tres veces del presupuesto pero fue la película más taquillera de la historia en su momento, al menos hasta la llegada de Star Wars en 1977. Y lo cierto es que todo se podría haber ido al traste si Spielberg hubiera decidido dejar una sola escena.
Uno de los momentos más recordados de Tiburón es ese en el que el escualo se come a un niño llamado Alex Kintner. Lo vemos fuera de plano, queda en nuestra imaginación, es terrorífico por eso. Pero en la versión original de la escena era aún peor: veíamos al tiburón comérselo literalmente, lo que hubiera convertido la película en inolvidable... pero no necesariamente por algo positivo.
Tristemente, la escena no se ha recuperado para el DVD ni para el Blu-Ray, y solo hay algunas fotografías al respecto. Los motivos por los que no acabó en el metraje final fueron dos: el primero, que era demasiado gráfica y podía causar shock en los espectadores. El segundo, que Spielberg no quería que el tiburón se viera tan pronto, y esperar a después para una revelación completa. ¡Uno de esos tesoros de la historia que no veremos jamás!