Nada está puesto al azar en El señor de los anillos, aunque lo parezca. Incluso los nombres de los lugares son, en realidad, palabras creadas por Tolkien a partir de sus propios lenguajes ficticios. Por ejemplo, Mordor significa "Tierra Oscura" en Sindarin, y "Tierra de sombras" en Quenya. Ambos son idiomas hablados por los elfos, estudiado por personas reales hasta el día de hoy y con el que el escritor llegó a escribir un poema completo, Namárië, el lamento de Galadriel en Lórien, que en La comunidad del anillo suena cantado en un momento dado.
Mucho ojo
Incluso Sauron no se escapa a su léxico venido del quenya. Más concretamente, de la palabra "saura", que significa "pútrido". Lógicamente, nunca le hizo mucha gracia el nombre que le pusieron teniendo en cuenta que nació con el de Mairon, que en el idioma élfico significa "el admirable". La diferencia es obvia, ¿no? Sea como sea, lo cierto es que la imagen de su ojo en la Torre mirando por encima de todos ha marcado a varias generaciones. Un icono, vamos.
Lo sorprendente es que los científicos han encontrado, en el fondo del mar, la misma forma del ojo en llamas, pero en un volcán subterráneo de Australia. El volcán en cuestión mide 5,2 kilómetros de ancho y 4 de alto con un pequeo cono en el centro (la pupila). Como eran fans de El señor de los anillos, lo llamaron, obviamente, "el Ojo de Sauron" y a las zonas cercanas "Barad-Dûr" y "Ered Lithui". No te recomendamos ir a ver un volcán a 3000 metros de profundidad si eres turista, pero no está de más conocer su existencia (y saber que no puede vernos, claro).
Y pensar que la idea de Sauron, en la cabeza de Tolkien, empezó siendo un gato gigantesco y monstruoso llamado Tevildo que fue evolucionando a lo largo de los años. Poco imaginaba que los michis se iban a convertir en los dueños de Internet y un ojo llameante en pura cultura popular.