Por mucho que con el tiempo se haya convertido en una película de culto y todos hayamos descubierto lo mucho que echamos de menos a Heath Ledger, lo cierto es que en 2001, cuando se estrenó Destino de caballero, lo hizo ante un público muy poco entregado que apenas la hizo cubrir gastos en su paso por taquilla. Para tratar de mejorar las críticas, Columbia encargó un cartel con varias reviús positivas, entre la que destacaba una de David Manning que describía al actor como "la estrella más potente de este año". Y si pensáis que la polémica viene de que Manning estaba a sueldo de Columbia, es mucho peor.
El plano millonario
Y es que David Manning, directamente, no existía: fue creado por un ejecutivo de márketing para decir lo que quisiera sobre las películas. Y en Columbia, sin demasiada vergüenza, le usaron como referencia para promocionar El patriota, Límite vertical y, por supuesto, Destino de caballero. Al final les pillaron y en el juicio fueron condenados a devolver 5 dólares a todos los que se sintieran decepcionados por las expectativas creadas en todas las películas en cuyo tráiler apareciese una frase suya.
No fue el único desastre en el que estuvo metida Destino de caballero: en un momento del tercer acto, podemos ver el London Eye (la noria de Londres) 600 años antes de ser realmente construida. Es un detalle de fondo, una gracieta que se podía hacer en CGI en un par de días... pero que, por algún motivo, decidieron hacer real. Construyeron la noria y la levantaron con un presupuesto de 500.000 dólares. O sea, el uno por ciento de la película en un plano que es visto y no visto.
Lo cierto es que con el tiempo Destino de caballero ha ido ganando estatus de culto, y no son pocos los que han querido ver su retorno triunfal. Sin ir más lejos, su propio director, Brian Helgeland, que el año pasado le propuso una secuela a Netflix. Pero sin Heath Ledger no tenía ningún sentido, y pasaron. Y es que hay cosas que es mejor no remover.