Gran parte del encanto de la superproducción de 1996 Twister, de Jan De Bont, fue llevar a los límites de las imágenes generadas por ordenador para crear tornados increíbles y realistas. Pero no sólo eso, ya que en el fondo de la historia latía una comedia romántica de la vieja escuela. Podríamos calificarlo como una cinta a caballo entre la epopeya de acción y un 'remake' de gran presupuesto de algún clásico de Hollywood en la línea de Billy Wilder o Ernst Lubitsch. Ahora, llega a los cines la secuela independiente Twisters, de Lee Isaac Chung (Minari. Historia de mi familia), que sólo comparte un personaje con aquella, pero que comparten el mismo espíritu creativo.
Twisters se hace eco de muchos temas del original de 1996, como los conflictos entre los intereses corporativos y los motivos altruistas de los protagonistas, o la perseverancia de las comunidades contra los elementos hostiles. Los tornados deben ser temidos y respetados, pero también son una atracción para los amantes de la adrenalina. Es una película llena de personajes que superan el miedo para luchar contra monstruos, sólo que esta vez luchan contra la fuerza de la naturaleza en lugar de contra dragones o hombres lobo. En este sentido, el filme hace gala de unos efectos visuales impactantes, escenas memorables y un clímax impresionante, junto con un gran trabajo de personajes por parte de un reparto talentoso y carismático. Es un filme con muy buen ritmo, aunque hay algunos errores y sutiles incoherencias que merman su potencial. No obstante, en el fondo, es un emocionante y carismático viaje frente a las amenazas.
Daisy Edgar-Jones (La chica salvaje) interpreta a Kate Cooper, una meteoróloga cuyo sentido es superior a cualquier predicción meteorológica realizada por ordenador. Tiene la teoría de que los tornados pueden disiparse llenándolos de una sustancia (que es la misma con la que se fabrican los pañales), que además no daña el medio ambiente. Llenando barriles y haciendo que un tornado los succione, el tornado desaparece. Su teoría no funciona, mueren muchos de sus amigos y, cinco años después, Kate ha abandonado sus sueños por un cómodo y aburrido trabajo de oficina.
Es entonces cuando aparece su antiguo compañero de estudios Javi (Anthony Ramos) para sacarla de su retiro. Ha desarrollado una tecnología que puede cartografiar el interior de un tornado, pero para ello necesitan encontrar uno, y él necesita que Kate los localice. Es entonces cuando se desplazan a Oklahoma donde se está produciendo un tornado único en siglos. Allí conocerá a un grupo de cazadores de tormentas liderados por Tyler Owens, interpretado por Glen Powell (Top Gun: Maverick).
Lee Isaac Chung está al timón de este más 'reboot' que secuela -conocido por su sutil película indie sobre inmigrantes coreanos, Minari- y puede que no pareciese a bote pronto la elección más adecuada tras las cámaras, pero a medida que Twisters se adentra en sus paisajes rurales y en las comunidades de la América profunda, funciona perfectamente. Hay que recordar que el cineasta se crió en Oklahoma y tiene la mano de rodar una escena ambientada en un rodeo, donde casi se puede oler el cuero y el estiércol. Su segundo filme afianza a sus personajes en esos Estados Unidos idealistas, enriqueciendo sus motivaciones más allá del peligro, el dinero o la ambición personal.
La secuela de una de las mejores películas de los 90 promete "una de las escenas de acción más increíbles de todos los tiempos"No hace falta ver Twister para seguir el argumento de Twisters. Tienen las mismas vibraciones y un acabado visual impresionante. Para ser la secuela de una película de hace casi 30 años, esta secuela -o 'reboot'- destaca milagrosamente en el panorama de las superproducciones actuales. Como lo hizo su predecesora 1996. Es la herencia más palpable en esta rara avis de la cartelera.