En 1950, John Wayne, Maureen O'Hara y John Ford se encuentran rodando un western para la productora que era el hazmerreír de la época en Hollywood: Republic Pictures. Republic era un conglomerado que producía sobre todo westerns baratos, seriales de medio pelo y muchísimo cine de serie B. Sin embargo, no estaban haciendo esa película por gusto: era la única manera de que alguien les financie su proyecto realmente soñado: El hombre tranquilo, que a inicios de los 50 se consideraba una historia tan arriesgada que nadie quería poner dinero.
El misterio tranquilo
De hecho, Río Grande se hizo con el único objetivo de subsanar las seguras pérdidas de El hombre tranquilo. Sin embargo, aunque ambas se estrenaron en 1952, el supuesto fracaso seguro acabó convirtiéndose en una de las 10 películas más taquilleras del año y superó con mucho al aparente éxito inamovible. Y eso que hubo una frase que aún nadie conoce... ni conocerá jamás, y que ha pasado a ser uno de los mayores misterios de la historia del cine.
Cerca del final, Maureen O'Hara le susurra algo al oído a John Wayne, y este pone una expresión de auténtica perplejidad. Bien, pues no era algo preparado: John Ford le dijo a la actriz que le susurra una obscenidad muy concreta, y, aunque ella se opuso al principio, acabó cumpliendo con su deber. Ninguno de los tres, los únicos que sabían el secreto, dijeron nunca qué se dijo realmente durante el rodaje. El resultado es tan fantástico como misterioso.
Y además, estuvimos a punto de no verlo nunca, porque Republic exigía que la película durara solo dos horas, ni un segundo más... pero John Ford había terminado su montaje en 129 minutos. Para demostrar que era necesario continuar, en el pase de prueba para los productores cortó justo a las dos horas, dejando fuera la pelea final y el susurro en el oído. Por supuesto, recularon enseguida y se pudo salir con la suya. Eran otros tiempos.