Jim Douglas es un ganadero que acostumbraba a ganarse la vida de su ganado, pero durante los últimos cuatro meses ha dedicado su tiempo y recursos a perseguir ferozmente a los cuatro forajidos que agredieron y asesinaron a su esposa. Cuando los encuentra, puede respirar tranquilo: los cuatro sospechosos han sido capturados y están en una prisión en Río Arriba donde aguardan a ser ejecutados. Sin embargo, la noche antes de morir en la horca, un cómplice que se hace pasar por verdugo les ayuda a escapar y, por el camino, los fugitivos se llevan a una joven como rehén. Ahora Douglas deberá poner en marcha su plan de venganza de nuevo, aunque ahora acompañado de un grupo de hombres de la zona con los que comparte objetivo.
Es la sinopsis de El vengador sin piedad, una película wéstern de 1957 de venganza dirigida por Henry King y protagonizada por un reparto de primer nivel: Gregory Peck, Joan Collins, Lee Van Cleef, Albert Salmi, Stephen Boyd y Henry Silva.
De estilo a priori muy clásico y más desconocido que otros de sus contemporáneos, el largometraje acaba convirtiéndose en a medida que avanza en un relato verdaderamente rico, sondeando con precisión la psicología de cada protagonista, siendo una de sus grandes cualidades la interpretación del carismático Gregory Peck, que está impresionante como el despiadado Jim Douglas.
Un personaje complejo que inevitablemente inspiraría a Clint Eastwood para uno de sus grandes clásicos: Sin Perdón, la película que él mismo dirigió y protagonizó en 1992 y que se llevó nada menos que 4 premios Oscar, entre ellos Mejor película y Mejor director.
En ella, Clint Eastwood interpretaba a William Munny, a quien contratan para llevar a cabo un acto de venganza después de haber pasado los últimos años viviendo como granjero en un pequeño rancho con sus dos hijos tras la muerte de su esposa. Al principio, Munny no está muy entusiasmado con la idea de renunciar a su existencia pacífica, pero el dinero le viene realmente bien.
Potente y sutil y con una fotografía espléndida, El vengador sin piedad fue rodado en los majestuosos escenarios naturales de México e hizo las delicias de los aficionados al western con un final especialmente sorprendente.