Solo en 1912, el mismo año del hundimiento del Titanic, hubo tres películas que tuvieron el barco como parte fundamental de su trama (una de ellas con Dorothy Gibson, la actriz que sobrevivió al naufragio). Pero después no volvió a tocarse el tema durante doce años, hasta que en 1929 Ewald André Dupont dirigió Atlantic, que se grabó en inglés, francés, alemán y en versión muda. Su extraño nombre vino de que desde White Star, la empresa que creó el Titanic, no les dieron permiso para utilizarlo. Hubo que esperar hasta 1943 para encontrar el primer Titanic... que, para colmo, era mera propaganda nazi.
Nos vemos en el cine
De hecho, fue el mismo Joseph Goebbels el que estuvo supervisando la producción de este Titanic en el que el primer oficial alemán (absolutamente inventado) es el héroe y los británicos los villanos. La película, para más inri, acaba con el rótulo "Las muertes de 1500 personas permanecen sin castigo, una condena eterna del beneficio de Inglaterra". James Cameron, por lo que sea, ignoró totalmente esta película al hacer su versión en 1997.
Pero lo que nos cuenta el final de Titanic (la buena, la de Cameron) es que Rose podría haber participado en una cinta así, porque al final se hizo actriz. El problema es... ¿Cómo es posible que nadie la reconociera en una película, o en el periódico anunciándola, incluso en los pósters? Bueno, lo cierto es que hay una solución al enigma en una escena eliminada del guion.
Y es que originalmente Rose y Cal, su antiguo prometido, se encuentran a bordo del Carpathia, el barco que acudió al rescate del Titanic, y acuerdan no volverse a hablar jamás. Él decide honrar su deseo de desaparecer siempre que ella no le vuelva a avergonzar. Vale, sí, no explica por qué su madre no reconoce a su hija en el cine en años posteriores (probablemente porque era un divertimento para las clases bajas exclusivamente que se veía como un acto de pobreza), pero al menos sí deja claro por qué Cal no vuelve a meter el hocico en su vida.