No todo el mundo lo sabe, pero el nombre real de Tom Cruise es Thomas Cruise Mapother IV, y sus padres no tenían nada que ver con el cine: ella era profesora de educación especial y él, con quien tuvo una relación tensa hasta su muerte (le llegó a llamar "cobarde que pega a sus hijos" en una entrevista), ingeniero eléctrico. A los 18 años, Cruise se fue a Nueva York para tratar de ser actor, pero todo lo que consiguió fue convertirse en autobusero. Solo tardaría un año más en debutar en el cine.
Cruise sin fin
Era 1981 y Franco Zeffirelli, conocido por sus adaptaciones de Shakespeare y por su deriva política de los últimos años, quiso hacer una película junto a Brooke Shields y un puñado de actores desconocidos que encapsulara la pasión adolescente (aunque, por aquel entonces, Shields era virgen y no acabó muy contenta con el resultado). El resultado fue Amor sin fin, que le valió 6 nominaciones a los Razzie, incluyendo peor director, peor película y peor actriz. Por suerte, Tom Cruise, que consiguió arañar un pequeño papel, se libró de la quema.
Y tan pequeño: es apenas una escena en la que indica al protagonista que cuando tenía ocho años intentó quemar un montón de periódicos, pero se asustó, apagó el fuego y sus padres creyeron que era el héroe por salvar la casa de un incendio. Acto después, su amigo hace lo mismo, pero con la mala suerte de que la casa de su amor se quema. Buen trabajo, Tom.
Ese mismo año, el actor demostraría que es mucho más que un cuerpo sin camiseta gracias a Taps, donde realizó un papel de psicópata francamente impresionante, sobre todo para ser solo su segunda película. A partir de entonces, ya sabéis: trabajó con Francis Ford Coppola, Ridley Scott, Tony Scott y Martin Scorsese en los siguientes cinco años, cimentando su leyenda de Hollywood. Y todo empezó quemando periódicos.