Ese lazo tan mono en la espalda de un vestido es algo tan inocente e inofensivo que cogerlo y convertirlo en una herramienta de tortura es de lo más cruel y violento. Ese cambio de significado es lo más parecido a lo que tuvo que vivir Neo en Matrix cuando Morfeo le contó que vivía en una simulación, que todo era una farsa. El mismo efecto, el de un puñetazo en los sesos y en las entrañas, es lo que consigue Parpadea dos veces en sus mejores momentos. Y esto, viniendo de un filme que supone la primera vez de Zoë Kravitz detrás de las cámaras, convierte a su debut como directora y guionista en la gran sorpresa del año.
La protagonista de este 'thriller' psicológico es Frida, una joven que se gana la vida trabajando de camarera. Aprovechando lo fácil que le es entrar en fiestas de ricos, se hace pasar por uno de ellos. Lo único que tiene que hacer es quitarse el uniforme y ponerse un vestido de gala. En uno de estos eventos, Frida tiene claro su objetivo: Slater King, un magnate de la tecnología millonario. La noche es un éxito y ella, Slater y los amigos de este último terminan en un avión de camino a una isla privada.
Todo es una fiesta: las horas pasan entre el agua de la piscina, el alcohol, la música, la buena comida y el flirteo. No hay preocupaciones y cada día es como volver a empezar de nuevo porque parece que todo se olvida de una noche a otra. Pero algo no cuadra y la experiencia se vuelve terrorífica cuando Frida descubre el secreto de Slater.
Parpadea dos veces revela a Kravitz como una directora muy inteligente. No se le escapa ni una. No solo por la atención que presta al detalle a la hora de narrar la historia, también porque decide convertir al espectador en un invitado más a esa isla. Empiezas el viaje como Frida: emborrachada de lujos. Todo es tan perfecto y emocionante que ni te lo crees. Y algo de razón hay en ese instinto porque, en el momento en el que ese estado tan placentero desaparece, el secreto que se esconde en esa isla estalla con la fuerza de una bomba.
Cuando todo cobra sentido, la experiencia se vuelve de lo más desagradable. Es repulsiva y provoca ira. Y, para conseguir es efecto, Kravitz sabe jugar muy bien sus cartas: pasa del mundo más pacífico a la violencia más extrema con la rapidez de un chasquido. Son solo unos segundos, pero hace que algo cambie en ti como espectador. Es una bisagra entre dos espectros: empiezas viendo la película siendo un tipo de espectadora y, a partir de la revelación, te acercas a la historia totalmente transformada.
LOS ACIERTOS DE ZOË KRAVITZ
La película de Kravitz juega en la misma liga que Una joven prometedora (2020) y Revenge (2018) y sobresale, muy por encima, de No te preocupes, querida (2022), con quien comparte fórmula. Kravitz, no obstante, acierta en lo que falló Olivia Wilde. Esta última extendió demasiado el misterio y el tramo final se quedó falto de fuerzas. Kravitz, sin embargo, mide mucho mejor estos dos aspectos y el resultado final tiene sentido a nivel narrativo y emocional.
Naomi Ackie, la protagonista, cumple con el papel, pero quien destaca es Channing Tatum en la piel de Slater King. Hay un momento, en el desenlace, que justifica que el actor -pareja en la vida real de Kravitz- esté en esta película. Adria Arjona es el mejor personaje del filme y continúa la buena racha de la actriz de unirse a proyectos destacables y sorprendentes tras Hit Man. Asesino por casualidad (2023).
La elección del resto del elenco masculino también parece esconder una decisión con los fichajes de Simon Rex, Levon Hawke, Hayley Joel Osmet, Kyle Maclachlan y Christian Slater. Si Emerald Fennell eligió a sus actores masculinos en Una joven prometedora buscando a aquellos que parece que no habían roto nunca un plato, Kravitz tiende un poco a lo mismo con este equipo de intérpretes. Y, de nuevo, le funciona.
Parpadea dos veces es uno de los 'thrillers' del año. Es una película inteligente e inesperada y lo que hace Kravitz detrás de la cámara y en el guion es admirable. Si esto es su primera vez, solo queda esperar maravillas.