En su día, los fans a ultranza de JRR Tolkien se sintieron gravemente ofendidos porque Peter Jackson se había saltado toda la parte de Tom Bombadil en La comunidad del anillo, pero lo cierto es que estaba honrando el deseo del director, que en 1957 afirmó que prefería la omisión selectiva antes que la compresión. Y si algo no es El señor de los anillos, en su versión más conocida, es comprimida. De hecho, el autor no estaba en contra de hacer una adaptación de su obra, pero esta tenía que ser realmente buena, sin adiciones ni incoherencias. Y es innegable que Jackson cumplió.
El señor de los cambios
Pero, lógicamente, tuvo que tener sus cambios respecto a la novela, porque eran narrativas totalmente diferentes. Por ejemplo, la muerte de Saruman, que solo apareció después, en la versión extendida (y es, de hecho, una de las mejores escenas de la trilogía), o el cambio de personalidad de Arwen para estar más acorde con la época, introduciendo así una parte de los apéndices en la historia
Por eso no deja de ser curioso ver este gráfico sobre el peso de los personajes en la película (minutos de pantalla) en relación con el libro (menciones), para comprobar que Frodo es el mejor representado de todos ellos, mientras que Aragorn claramente sale ganando en las películas y otros, como Gimli o el mismísimo Sauron, son menos importantes para Jackson de lo que lo fueron para Tolkien.
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Todo sea dicho: en este gráfico no se cuentan los apéndices, que posiblemente acercarían mucho más a Aragorn y Arwen a la línea central. En todo caso, a nadie se le escapa que, al margen de haber creado un monstruo en forma de franquicia, el director consiguió toda una hazaña hasta ahora imposible de mejorar. ¿Para cuándo montamos nuestro próximo viaje a la Tierra Media?
