"Estoy emocionado porque llevo trabajando en esta película siete años y porque esta película hace todo lo que nos dicen que no podemos hacer".
Así presentaba el actor y director Brady Corbet en el marco de la 81 edición del Festival de Cine de Venecia su nueva película, The Brutalist, un filme protagonizado por Adrien Brody que se postula con firmeza para ser la ganadora del León de Oro del prestigioso encuentro cinematográfico y cuya duración de 3 horas y 35 minutos no ha pasado desapercibida. "Creo que es bastante tonto tener una conversación sobre la duración porque eso es como criticar un libro que tiene 700 páginas en lugar de 100", aseguraba Corbet en un encuentro con la prensa durante el festival. "He leído grandes novelas cortas y he leído obras maestras más largas".
Coescrita por el propio Corbet junto a Mona Fastvold, The Brutalist es la historia, a lo largo de casi treinta años, de un arquitecto judío nacido en Hungría, László Toth (Brody). Superviviente de un campo de concentración en el que estuvo prisionero durante el Holocausto, László emigró con su esposa, Erzsébet (Felicity Jones), tras el final de la Segunda Guerra Mundial a los Estados Unidos en busca del llamado "sueño americano", donde comenzó viviendo una vida de absoluta pobreza. Pero todo eso cambia cuando conoce al adinerado Harrison Lee Van Vuren (Guy Pearce) y llega a un acuerdo con él para construir un edificio de magnitudes imposibles.
"The Brutalist de Brady Corbet ha sido la mejor película que hemos visto en el Festival de Venecia de 2024", sentencia Alejandro G. Calvo, quien ha decidido despedir su cobertura de la 81 edición hablando del filme protagonizado por Brody, que fue proyectado en el festival en 70 mm. "No he dejado de darle vueltas desde que a vi. Ha sido como ver cine por primera vez".
Lo más importante para Calvo en su crítica es que el espectador comprenda "la grandeza de la película de Brady Corbet", aunque lamenta que, una vez que The Brutalist llegue a los cines, todos vayan a poder vivir la experiencia de ver la película en 70 mm. "El director ha rodado la película en VistaVision, que es un formato que no se usa desde los años 60, pero que se ha usado para algunas secuencias pequeñas de películas como Interstellar o La guerra de las galaxias. [...] Y eso permite una nitidez, una profundidad de campo, un brillo y una capacidad de captar hasta el mínimo detalle del plano que es asombroso", explica Calvo. "Esa reivindicación de Corbet tiene pleno significado cuando ves las imágenes absolutas, totémicas, increíbles que tiene The Brutalist. La película es brutalismo puro. Primero, por un tema argumental, pero porque es brutal lo que ha hecho Corbet con las imágenes de esta película".
The Brutalist es la tercera película como cineasta de Brady Corbet, de 36 años, quien comenzó como actor en películas como Funny Games o Melancolía, y que a los 25 dirigió la que sería su ópera prima, La infancia de un líder (2015). Tres años después, en 2018, Corbet estrenó Vox Lux y, desde entonces ha estado trabajando en "este proyecto mastodóntico".
"Los cinco primeros minutos son una burrada. Es una expresión cinematográfica en la que la imagen enseguida cobra el poder más absoluto posible retratando la llegada a Estados Unidos del protagonista". László Toth, un personaje inventado que interpreta Brody, y cuya historia se relata sin prisa a lo largo de casi cuatro horas en las que "cada minuto cuenta". "Por un lado está contando la vida durísima de unos inmigrantes en Estados Unidos y, por otro, es el diario de una obsesión. Como los poderosos, precisamente porque tienen mucho poder, nunca dudarán en ejercerlo de forma brutal contra los que no lo tienen".
"Es una película a futuro hecha con técnicas del pasado", reflexiona el crítico. "Es un cine altamente expresionista y, a pesar de algunas pegas argumentales, hace un cierre precioso. Estamos delante de una película importantísima".