Hacer que lo difícil sea un poco más fácil es un superpoder. Miguel Gila lo tenía. El popular humorista provocó carcajadas con uno de los escenarios más crudos, violentos, tristes, brutales y extremos del mundo: la guerra. Cuando descolgaba el teléfono para hablar con el enemigo y pedirles si, por favor, podría retrasar el ataque para que no coincidiera con el fútbol, en lo que menos pensaba una es en los horrores de un conflicto bélico. Quizá, por eso, ¿Es el enemigo? La película de Gila es tan inesperada y desconcertante. La expectativa tiende a las bromas y las risas, pero el filme es un golpe de crueldad con un protagonista que hace de bálsamo en la barbarie.
¿Es el enemigo? La película de Gila, una de las proyecciones de RTVE del Festival de San Sebastián, no es una comedia. El filme del director Alexis Morante cuenta el peor momento de la vida de Miguel Gila, cuando, de los 17 a los 20 años, le tocó vivir la Guerra Civil española. Como parte de las Juventudes Socialistas, se unió a la lucha dejando la casa en la que vivía con sus abuelos. En el conflicto experimentó todo tipo de miserias: la muerte de amigos, el horror de las batallas, un fusilamiento y la cárcel. La diferencia entre Miguel y el resto de compañeros de batalla es que él ve el mundo de otra forma y el humor es su arma porque, aunque la guerra no es graciosa, no reírse es una faena.
El filme de Morante es despiadado en su juego de contrastes. ¿Es el enemigo? La película de Gila es violenta y cruel porque así son las guerras. Y ya está. No hay edulcorante que valga. Pero ahí, entre tanta muerte, soledad e incertidumbre, Miguel calienta un poco el corazón con sus ingeniosos comentarios y ocurrencias. Oscar Lasarte interpreta al cómico con mucho carisma y provocando esa sensación de bonachonería y optimismo que irradiaba Gila sobre el escenario. Por eso también hay mucha benevolencia y amabilidad en el largometraje de Morante, aunque a veces se pasa de frenada y se vuelve algo cursi y facilón.
¿Es el enemigo? La película de Gila es un homenaje a la empatía y la generosidad en forma de risa, de hacer sentir bien al otro y de acompañar en los momentos más difíciles. Al contrario de lo que provocaba el humorista, este título inspirado en él emociona más en los ojos que en la boca. Hay un tono muy solemne y más lágrimas que risas. Ver un monólogo de Gila después de esto adquiere un significado nuevo. He hecho la prueba: sigue siendo divertidísimo, pero mucho más poderoso.
'Mi única familia': Enfadada con el mundo
Pansy es la mujer más enfadada del mundo. Siempre está alerta, todo el mundo está en su contra, la vida es un conflicto eterno y nada le parece bien. La protagonista de Mi única familia, la nueva película de Mike Leigh -compite en la Sección Oficial-, es agotadora.
Esta historia sigue a Pansy en su día a día, una persona que tiene un marido que no sabe cómo tratarla y un hijo callado que sufre 'bullying' y que camina sin rumbo por la ciudad. La única que sabe cómo arrojar algo de luz en la vida de la protagonista es su hermana Chantelle, con dos hijas y un ambiente familiar luminoso y totalmente opuesto al de la protagonista.
Lo mejor de Mi única familia es la interpretación de una excepcional Marianne Jean-Baptiste, la actriz encargada de dar vida a Pansy. Su trabajo parece una carrera de fondo. Ver a la protagonista soltar sus diatribas es exhausto y Jean-Baptiste lo hace sin descanso alguno. Es curioso también cómo cambia la mirada del espectador con Pansy. Lo que empieza siendo un absoluto rechazo muta en pena y tristeza al descubrir la razón detrás de su actitud.
Como estudio de personaje y clase magistral de interpretación por parte de Jean-Baptiste, Mi única familia es interesante. Como película te deja para el arrastre.