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    Hace 26 años, los primeros minutos de esta película nos ofrecieron un espectáculo digno de los más grandes Disney
    Alicia P. Ferreirós
    Colecciono juguetes de 'Toy Story' y vivo en la eterna búsqueda de Mr. Mic. Llamo Aladdin a Aladdín y considero a Mufasa un FILF. El Disney de los 90 es mi debilidad, pero Pixar me cautivó en los 2000. Ahora le doy a todo.

    Una mirada retrospectiva a la suntuosa y épica introducción musical de 'El Príncipe de Egipto', el segundo largometraje de animación de los estudios Dreamworks

    A lo largo de sus más de 100 años de historia los estudios de animación de Disney han pasado por etapas de mayor y menor éxito, pero uno de sus periodos dorados más reconocidos comenzó en 1989 con el estreno de La Sirenita y se mantuvo por más de una década. En ese tiempo se estrenaron algunas de las películas más emblemáticas del estudio, como Aladdin, La bella y la bestia o El rey león, y a las que la generación 'millennial' siempre le tendrán reservado un hueco en sus corazoncitos.

    A finales de los años 90 nadie ponía en duda que Disney era la reina de la animación, aunque el escenario había comenzado a moverse un poco: en 1995 los recién llegados de Pixar hicieron una entrada sensacional en escena con su siempre magnífica Toy Story y, al mismo tiempo, también había comenzado a aparecer un nuevo competidor importante.

    Los estudios Dreamworks, ahora famosos en todo el mundo por sus prósperas franquicias como Shrek, Madagascar, Kung Fu Panda y Cómo entrenar a tu dragón, habían presentado su primera película, la encantadora Antz (Hormigaz), y se preparaban para continuar su prometedor viaje con una verdadera obra maestra.

    El Príncipe de Egipto
    El Príncipe de Egipto
    Fecha de estreno 18 de diciembre de 1998 | 1h 39min
    Dirigida por Steve Hickner, Simon Wells, Brenda Chapman
    Con Val Kilmer, Ralph Fiennes, Jeff Goldblum
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    4,0

    Adaptación del libro del Éxodo, El Príncipe de Egipto asumió en 1998 el reto de adaptar una vez más la epopeya bíblica de Moisés. Un desafío colosal que inicialmente podría haber parecido demasiado ambicioso para los frágiles hombros de un estudio recién nacido, pero que solo con los primeros 6 minutos de película consiguió que cualquier duda que pudiera tener el espectador rápidamente pasara al asombro

    Una escena de introducción digna de los clásicos más bellos de Disney

    Al nivel de las introducciones musicales de Disney de los años 90 y acompañada por la majestuosa partitura de un Hans Zimmer particularmente inspirado (que ya había firmado la banda sonora de El Rey León), la secuencia de apertura de El príncipe de Egipto te deja sin aliento desde sus primeras notas y desde sus primeros planos.

    Al son de la desgarradora y suntuosa canción Libéranos, somos testigos de las tribulaciones del pueblo hebreo, reducido a la esclavitud por los faraones egipcios durante un siglo, y del nacimiento de una nueva esperanza en la persona de Moisés, un bebé hebreo enviado a través de las aguas del Nilo en una cesta de mimbre para escapar de los soldados egipcios, antes de ser rescatado milagrosamente por la esposa del faraón.

    Sin diálogos ni la más mínima voz en off y servida únicamente por su música, su puesta en escena y su impecable animación, la introducción de El Príncipe de Egipto permite inmediatamente a sus espectadores vislumbrar una grandiosa película de animación. Una esperanza que el resto del largometraje seguirá confirmando.

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