Hoy en día, especialmente para los amantes de las películas de fantasía, es difícil imaginar una historia del cine de la que no forme parte la saga cinematográfica de El Señor de los Anillos: la increíble y querida trilogía escrita y dirigida por Peter Jackson y estrenadas de forma consecutiva entre 2001 y 2003 lograron recaudar juntas casi 3 mil millones de dólares en la taquilla mundial y obtuvieron en total 17 premios Oscar, 11 de los cuales fueron para la última película, El retorno del Rey, que actualmente sigue ostentando el récord de mayor número de estatuillas recibidas por un solo largometraje.
Pese a la dificultad que suponía llevar a pantalla el carismático mundo creado por J.R.R. Tolkien y que tanto adoraban los fans de la literatura fantástica, las tres películas -La comunidad del anillo, Las dos torres y El retorno del Rey- lograron no solo cautivar al público, sino también a la crítica.
De hecho, El Señor de los Anillos: La comunidad del anillo es la mejor película de fantasía de la historia según los lectores de SensaCine, seguida de El Señor de los Anillos: El retorno del Rey y con El Señor de los Anillos: Las dos torres ocupando el tercer lugar. Todas con una puntuación de 4,5/5 estrellas.
Sin embargo, llevar El Señor de los Anillos a pantalla como una película de acción real fue todo un atrevimiento. No era nada evidente que el ambicioso plan de Jackson funcionaría como lo hizo y para muchos fue, incluso, el mayor riesgo en la historia del cine, puesto que la novela se considerado imposible de filmar durante mucho tiempo. Sus complejas y extensas tramas, su gran número de personajes y su no menos complejo mundo fantástico hacían de la creación de Tolkien algo tan completamente fabuloso que no era fácil creer que pudiera trasladarse a la pantalla sin perder detalles cruciales.
Y quizá menos de un director como Jackson, que nunca antes había trabajado con presupuestos tan grandes y su filmografía estaba repleta de películas de bajo presupuesto como Mal gusto o Braindead: Tu madre se ha comido a mi perro que pese a ser de culto no eran la mejor prueba de que el neozelandés fuese a apañárselas como lo hizo con un presupuesto de 100 millones de dólares.
Sin embargo, todos sabemos que la historia terminó bien: Jackson finalmente logró convencer al estudio y reunió al mejor elenco posible para llevar a cabo el rodaje de las tres películas seguidas durante más de un año en Nueva Zelanda. El resultado ya es historia del cine.