Aunque el final que Tim Burton dio a El planeta de los simios fue más bien abucheado, lo cierto es que se parecía más al de la novela original, donde, tras volver a la Tierra, el protagonista es saludado por un chófer gorila. Sin embargo, pocas cosas se pueden igualar a esa Estatua de la Libertad en la playa y Charlton Heston dándose cuenta de que era la Tierra desde el principio. Curiosamente, la idea la dio Blake Edwards, que ni siquiera participó en la película, y desagradó enormemente al autor original de la novela. No se puede tener todo.
It was Earth all along
Algo parecido ocurre con Dune, la película de Denis Villeneuve cuya segunda parte se hizo rogar un poco por la huelga de actores pero finalmente fue una realidad en las salas de cine el pasado mes de marzo. Y es que esta batalla en el planeta de arena entre las distintas familias en busca de la Especia realmente ocurre... ¡En nuestro universo! La Tierra, a estas alturas, es ya un mito olvidado, pero el universo es el mismo: los humanos hemos colonizado la galaxia, pero somos la única civilización que existe.
De hecho, es el año 10.191 en el calendario de la película, pero no sigue el tiempo de la misma manera que nosotros. Es más, transcurre más de 20.000 años en el futuro, y han empezado a contar de cero otra vez tras la fundación de la Cofradía Espacial. La Tierra se nombra muy de vez en cuando a lo largo de la saga literaria, pero sobre todo para indicar que el planeta está muerto o en proceso de morir y no queda nadie allí.
Por lo que se deja caer, un asteroide le dio a nuestro planeta causando destrucción sin igual: hubo partes que se pudieron rescatar gracias a algunos viajeros galácticos, pero no pudo recuperarse nunca del todo y Ceres se convirtió en la nueva capital de la raza humana. Toma lección de historia futura, ¿eh? Así, como quien no quiere, por la puerta de atreides.