Una de las grandes leyendas del cine wéstern, la carrera de John Wayne comenzó con pequeños papeles en los años 20, pero, para cuando dejó de hacer cine a mediados de los años 70, era una auténtica estrella de Hollywood con más de 160 títulos a sus espaldas. Aproximadamente la mitad fueron películas del Oeste, siendo su primera oportunidad importante en La gran jornada (1930) de Raoul Walsh, que él protagonizó por primera vez con el nombre artístico de John Wayne -en realidad se llamaba Marion Robert Morrison-.
Sin embargo, su primer gran éxito llegaría en 1939 con La diligencia de su amigo y director John Ford, con quien trabajaría en numerosas ocasiones a lo largo de su carrera. A partir de entonces, lo suyo fue un no parar y en su filmografía destacan joyas como El hombre que mató a Liberty Valance, Centauros del desierto o Río Bravo, entre otros.
Por el camino, John Wayne dejó pasar algunas oportunidades, como protagonizar Harry, el sucio, algo de lo que se arrepentiría toda su carrera, pero también aceptó otras de las que luego no estaría muy orgulloso.
Una de ellas sería La soga de la horca de 1973, una película que él mismo consideraría como su peor wéstern y que protagonizó en la recta final de su carrera, en la que Wayne ya no estaba en su mejor forma y el género había perdido popularidad.
En ella, Wayne encarnaba a JD Cahill, un reconocido agente al que el jefe de policía de Valentine le ha asignado una misión: encontrar a los asaltantes que robaron el dinero de un banco del pueblo y que asesinaron al sheriff del pueblo y a su ayudante. Lo que no sabe es que sus dos hijos están implicados en el robo.
La película no tuvo buenas críticas ni grandes números en taquilla, pero principalmente tampoco gustó al propio Wayne, que así lo admitió en Film Heritage en 1975, tal y como reportan varios medios como Collider: "Simplemente no fue una película bien hecha. Necesitaba un mejor guión. Necesitaba un poco más de cuidado al realizarla".