¿Te imaginas pasar el verano de tu vida en un resort familiar que parece ser un auténtico aburrimiento? Ahora imagina que, en medio de esa monotonía, descubres un mundo oculto de baile y primeros amores, donde el ritmo y las emociones van de la mano. Esta es la premisa de una película que no solo cambió la vida de sus protagonistas en pantalla, sino que también revolucionó el cine de los años ochenta. Este título fue rechazado hasta en más de 40 ocasiones y, afortunadamente, terminó convirtiéndose en una película de culto.
Por supusto, estamos hablando de Dirty Dancing, el clásico que lanzó a la fama a Patrick Swayze y Jennifer Grey. Ambientada en el verano de 1963, la película sigue a Baby, una joven de 17 años que, durante unas vacaciones con su familia, descubre un grupo de bailarines liderados por el carismático Johnny Castle. Lo que comienza como unas lecciones de baile clandestinas se transforma rápidamente en un intenso romance, marcado por las diferencias sociales y un número final que se ha convertido en una de las escenas más icónicas del cine.
A pesar de su gran éxito, el camino para llegar a la gran pantalla no fue fácil. La idea principal de Eleanor Bergstein fue rechazada más de 40 veces por diferentes estudios que no veían potencial en la historia. La consideraban "blanda" y "demasiado romántica" para atraer a un gran número de espectadores. Finalmente, fue producida con un modesto presupuesto de 6 millones de dólares, una cifra que parece insignificante para los estándares de Hollywood. Contra todo pronóstico, la película recaudó más de 214 millones de dólares en la taquilla mundial, convirtiéndose en un fenómeno cultural que sigue vivo décadas después.
Vestron Pictures
Este éxito de Hollywood esconde una curiosidad que no puede comprobarse en pantalla. Aunque la química entre los personajes de Johnny y Baby es palpable en pantalla, la realidad detrás de cámaras era completamente diferente. Swayze y Grey tuvieron una relación tensa durante el rodaje, lo que casi hace peligrar algunas de las escenas más importantes. Además, el salto final en el baile icónico fue una de las escenas más complicadas de rodar, ya que a Grey le horrorizaba hacerlo y solo lo hizo una vez, en la toma que terminó apareciendo en la película.
"De la noche a la mañana perdí mi identidad y mi carrera": Protagonizó una de las películas más famosas de los 80, pero una cirugía la hizo invisibleUn ajustado presupuesto y un sinfín de rechazos después, Bergstein demostró que su idea tenía potencial. Hoy, sigue siendo un referente del cine romántico y musical, una película que rompió barreras y que, a pesar de todas las dificultades, logró encontrar su lugar en la historia de Hollywood.
