Famoso por su prolífica carrera como actor y, en particular, por sus papeles en las sagas Mad Max y Arma Letal y otras películas que son historia del cine como Braveheart, Mel Gibson también es conocido por su trabajo detrás de las cámaras. Director de cinco largometrajes, ganó cinco premios Oscar por la ya mencionada Braveheart, que también protagonizaba, en 1995, antes de firmar La pasión de Cristo, Apocalypto y Hasta el último hombre. Antes de todas ellas, su debut detrás de las cámaras había sido con El hombre sin rostro en 1993.
Ahora tiene varias nuevas películas en el horizonte. Una de ellas la segunda parte de La Pasión de Cristo, todavía en fase de preproducción, pero muy próximamente Amenaza en el aire, que llega a los cines en enero de 2025, nueve años después de la cinta bélica Hasta el último hombre.
Fue durante el rodaje de esta última película, que cuenta la historia de un joven soldado estadounidense que se negó a portar las armas a causa de su fe durante la Segunda Guerra Mundial, en la que Mel Gibson conoció a Andrew Garfield, quien encarna al personaje protagonista.
Actualmente en plena promoción de su nueva película, Vivir el momento, el joven actor recordó su trabajo con Mel Gibson en entrevista con People, dejando claro que guarda muy buenos recuerdos de la experiencia:
"Aprendí mucho, en realidad. Aprendí que la gente puede sanar. Aprendí que la gente puede cambiar, que la gente puede recibir ayuda. Aprendí que todo el mundo merece respeto. Y que la gente merece segundas, terceras y cuartas oportunidades. Que ninguno de nosotros es infalible". asegura Garfield, quien antes de meterse en su papel, dice haber mantenido "conversaciones profundas e importantes" con Gibson, en alusión a un controvertido suceso en el año 2006.
Detenido en estado de ebriedad, el cineasta había hecho comentarios antisemitas, por los que se disculpó públicamente unos días después.
"Él merece contar historias"
"Ha logrado sanarse mucho", añadió Garfield. "Y gracias a Dios. Porque es un cineasta increíble y creo que se merece hacer películas. Se merece contar historias, porque tiene un corazón muy, muy grande y compasivo".
"Es el tipo de director que salía de detrás de los monitores, con los ojos llenos de lágrimas. Sabía cuándo estaba bien y cuándo no. Y yo confiaba mucho en él", recuerda Gardfield. "Es un narrador visceral, así que puede sentir... Es como si no pudiera evitar sentir todo. Es un tipo realmente empático"