Muchas son las polémicas que suscitó la serie original de Netflix The Crown a lo largo de su rodaje. En especial, el revuelo se generó cuando llegó el turno de hablar de cómo fue la relación entre el actual rey, Carlos III del Reino Unido, y su exesposa, la difunta Lady Di. En especial cuando entró un factor más en la ecuación, actual reina, Camilla Parker Bowles.
Sin embargo, y aunque a veces no nos entre en la cabeza, la realidad siempre va más allá que la ficción. De hecho, es la primera la que da vida a la segunda. Y yo me he quedado a cuadros con la noticia de que se acaba de vender a través de una subasta un pedazo del pastel de boda de la reina Isabel II y el rey Felipe. Espero que estés ahora mismo intentando procesar la afirmación, porque sí, en efecto, estoy hablando de un evento que tuvo lugar en 1947, es decir, hace 77 años. Lo voy a repetir: un pedazo de pastel de hace casi ocho décadas. ¿Lo mejor? Pues que alguien ha pagado 2.000 libras por él, tal y como recoge la BBC en su página web. Según la casa de subastas encargada de organizar la puja, Reeman Dansie, el precio que estimaban alcanzar en un principio era de 500 libras, pero un comprado chino llegó a la cifra mencionada.
Este dulce, y rancio, trozo de la historia de la Casa Real Británica perteneció a la ama de llaves del Palacio de Holyroodhouse en Edimburgo, Marion Polson, que ocupó este puesto durante más de 30 años desde 1931 hasta 1969. Y desde luego tuvo que ser una persona de confianza de la reina Isabel II, ya que fue ella misma la que ayudó a seleccionar el postre de la ceremonia, que al parecer encantó a todo el mundo, de ahí que la propia monarca decidiera guardarle un trocito como regalo. Ay, sí, sé cómo ha sonado esto nada más leerlo porque sé cómo ha sonado nada más escribirlo.
Al parecer, la señora Polson guardó con mucho afecto este pequeño detalle hasta que murió en la década de los 80, cuando su familia, sin ser conocedora de ello, lo guardó junto a otras cosas de la que fuera ama de llaves de la reina en uno de sus palacios debajo de la cama. Y claro, cuando los familiares volvieron a ser conscientes de nuevo de lo que tenían decidieron sacarlo a subasta.
Además del pedazo de tarta, el que fuera el postre de la boda real, este se mantiene en su caja original, que es lo que lo hace más valioso aún, junto con una carta con unas bonitas palabras hacia la señora Polson firmada a mano por la que fuera la reina del país británico. Pera sea como fuere, imagínate pagar más de 2.400 euros por un postre mohoso de hace 77 años. O bueno, quizás haya que planteárselo como la compra de un mordisco de historia.