En un chiste fabuloso de Los Simpson, después de que la familia consiguiera escapar de un ataque de robots descontrolados de Rasca y Pica, se preguntan cómo les estará yendo en el Rascapiquilandia de París... Solo para ver que allí está solo el taquillero. En realidad es algo parecido a lo que ocurrió los primeros años de Disneyland París: a mediados de los 90, el parque no daba ningún beneficio y Disney incluso se planteó cerrarlo y asumir la deuda multimillonaria para no seguir gastando sin control. Sin embargo, algo ocurrió que le dio la vuelta a todo... Y no tenía nada que ver con la empresa.
De la Tierra al éxito
Se trataba de un rediseño de Space Mountain que hacía un homenaje a Julio Verne y supuso un absoluto bombazo. Tanto, que el público empezó a llegar a partir de 1995 y ya no se fue nunca más, salvando por los pelos la reputación de los parques Disney. Desde entonces, se ha expandido y se ha convertido en un imprescindible para los niños de toda Europa. Lo que no todos saben es que entre castillos mágicos y encuentros con superhéroes Marvel, Disneyland esconde un secreto de lo más tenebroso.
Al salir de la Mansión Fantasma, aún queda otro pequeño recoveco de la misma que merece la pena ver y al que la mayoría de los visitantes no llegan: el cementerio. Para encontrarlo, tendrás que girar a la izquierda y allí encontrarás unas tumbas repletas de guiños y chistes típicos de la atracción que dan más profundidad a la historia de la misma. Por ejemplo, vemos las lápidas de Mary Murphy y Frank Ballard apoyadas una en la otra, y en las que se puede leer "Hasta que la muerte..." y "...Nos separe". Justo detrás, Ma Ballard les juzga con un epitafio fabuloso: "Sobre mi cadáver".
También encontrarás las tumbas de otros personajes ficticios de la mansión, entre los que se encuentran Henry y Martha Ravwnswood, los dueños, que fundaron -ojo al crossover- la Compañía Minera Big Thunder, unida a la montaña rusa Big Thunder Mountain. Incluso hay una tumba en la que puedes escuchar ruidos de dentro, según dicen los rumores. Eso sí, lo más terrorífico es... que vas a tener que seguir haciendo la cola. Eso no se pierde.