El viernes llegó a los cines la secuela de Gladiator. Una vez más, Ridley Scott se ha encargado de darle forma a esta propuesta que sin duda llegaba a las salas con unas expectativas increíblemente complicadas de alcanzar después del éxito de la cinta del 2000, con un reparto encabezado por Russell Crowe y un Joaquin Phoenix excelso como antagonista.
En este ocasión los nombres que se han unido a la última apuesta del cineasta son algunos de los más aclamados en la actualidad: Paul Mescal y Pedro Pascal, pero también un clásico del cine contemporáneo, Denzel Washington. El elenco de esta ficción histórica de acción y venganza es sin duda muy potente. Pero ni siquiera eso le ha bastado al periodista y escritor Arturo Pérez-Reverte para darle un mísero aprobado al largometraje.
Y no sé si es que se trata del nuevo y temido, Carlos Boyero, pero desde luego no ha tenido la deferencia de ver la película siquiera al completo, tal y como declaró a través de su cuenta de X. Sin vergüenza y con toda la desfachatez del mundo.
"Anoche vi Gladiator II, pero no sabría decirles qué tal es. La primera media hora me divirtió, la segunda media hora me dio risa y durante el resto de la película me quedé dormido". Y ya estaría, tan tranquilito.
Creo que hay mucho que extraer de aquí al margen de la percepción que tenga cada cual sobre lo último de Ridley Scott y las posibles comparaciones con su predecesora. El problema de esta opinión de Arturo Pérez-Reverte no es que no le haya gustado la cinta, el problema es su forma de expresarlo. La soberbia que contienen un puñado de caracteres que se corresponden a la valoración de un proyecto enorme. Podía simplemente haber dicho que la propuesta le ha resultado soporífera, algo que sería un sinónimo. Aunque es cierto que perdería fuerza, impacto, polémica... Dejaría de ser tan Pérez-Reverte, ¿no? Pero quizás habría que plantearse con qué se corresponde esto. Cuál sería el sinónimo en este caso.
La posición de autoridad, este prestigio, es extremadamente peligroso. El poder corrompe. Te eleva a unos altares que te hacen perder la visión, porque todo lo demás queda muy lejos y terminas por perder el contacto con la realidad a menos que hagas el esfuerzo de querer mantenerlo. De ahí que, por ejemplo, lo único que Pérez-Reverte sepa decir de la juventud es que somos una generación de cristal. No como él, un hombre curtido en las mejores peores (sí, esto va así queriendo) guerras.
En cualquier caso, lo que está claro es que al margen de la crítica vertida por el escritor y periodista, Gladiator II ha sido el segundo mejor estreno de 2024 hasta la fecha y tras sus tres primeros días de proyección, 750.000 personas habían pasado por los cines para descubrir esta nueva historia.