Por mucho que ahora nos sorprenda que en una semana coincidan películas como Oppenheimer y Barbie, o Gladiator II y Wicked, en 1984 se estrenaron al mismo tiempo dos películas que a día de hoy siguen siendo consideradas como absolutos mitos e iconos de la historia del cine: Cazafantasmas y Gremlins, que trataban de mezclar el humor con el terror. Ambas fueron un exitazo y, de hecho, dieron pie a sendas franquicias (aunque, todo sea dicho, a Gremlins 3 le está costando empezar pese a los cientos de rumores). Y esta última no habría sido posible, por supuesto, sin el gran Steven Spielberg.
Y Amblin qué
Spielberg había fundado Amblin para producir no solo sus películas, sino también aquellas de sus amigos y gente en la que confiara. Cuando Gremlins vio la luz, Amblin solo había producido otras tres cintas: Continental divide, Poltergeist y E.T. Tres de sus cuatro primeras obras se convirtieron en clásicos inmediatos, y en los años siguientes la lista solo siguió mejorando con Los goonies, Regreso al futuro, ¿Quién engañó a Roger Rabbit?, En busca del valle encantado... Tú dirás. Todos los mitos, uno tras otro.
Y, por supuesto, el director más mítico de la historia reciente, Steven Spielberg, tenía que hacer un cameíllo en Gremlins demostrando que el Rey Midas del cine también sabe reírse de sí mismo. Más concretamente, es en la convención de ciencias, donde le puedes ver sentado debajo de la pantalla.
Aunque Gremlins 2 se pegó un buen topetazo en taquilla, lo cierto es que Chris Columbus, recientemente, ha dicho que estaba trabajando de manera muy agresiva en el guion de la tercera parte con un giro muy oscuro que responde a una de las grandes preguntas de los fans: si todos los Gremlins vienen de que Gizmo se moje y de darle de comer después de medianoche, ¿no debería ser eliminado? Con suerte sabremos la respuesta muy pronto.