Después de la serie de Batman de los años 60, que hizo que el superhéroe fuera considerado en la cultura pop como un esperpento, era muy difícil que el público volviera a verle con la seriedad con la que le trataban en los cómics de, por ejemplo, Frank Miller. Sí, hubo algunos intentos, pero los estudios no tenían ningún interés en ese Batman oscuro y circunspecto: querían al héroe camp y colorido de la serie de televisión. Tuvo que venir Tim Burton para cambiarlo todo.
Bruce Wayne y la fábrica de chocolate
Para hacernos una idea de hasta qué punto no tenían ni idea de tratar al personaje antes de Burton, baste un ejemplo: Ivan Reitman quiso hacer una película protagonizada por Bill Murray como Batman y... ¡Eddie Murphy como Robin! Sin embargo, el director de Eduardo Manostijeras consiguió enganchar al público y vencer la imagen que tenía del personaje para siempre. Tanto es así, que 35 años después aún se sigue utilizando la banda sonora de Danny Elfman y haciendo referencias aquí y allí.
De hecho, el propio Burton se auto-referenció en Charlie y la fábrica de chocolate, allá por 2005, cuando vemos que el padre de su protagonista trabaja en una fábrica de pasta de dientes llamada Smilex. ¿Y qué tiene de especial? Bueno, que Smylex es el nombre del gas venenoso que usaba el Joker en Batman. ¡Todo está conectado en el Tim Burton-verso!
Lo curioso es que no fue una invención de Burton: Smylex es bien conocido por los lectores de DC después de una historia que duró varios años a mediados de los 70. En todo caso, después de un nuevo giro a lo camp en Batman Forever y Batman y Robin, no hemos vuelto a tener a ese Batman alegre, especialmente tras las películas de Zack Snyder, que le oscurecieron y embrutecieron aún más. Una pena, francamente.