La noche mece San Sebastián mientras suena el "Come rain or shine" tocado por Javier Colina y Tete Montoliu. Una tos crónica sigue castigando a este cronista feliz de encontrarse entre tantos buenos amigos (algunos hasta buenos críticos) y tantas buenas películas. Hoy: avalancha y celebración. Dos peliculones para empezar: '24 city' del maestro Jia Zhang Ke y la muy controvertida 'Hunger' del vídeo-artista Steve McQueen (II) . Aunque ambas películas las pude ver en el pasado Festival de Cannes, merece la pena regresar a ellas para remarcar tanto lo necesarias que resultan como lo provocativas que pueden llegar a ser. Jia es el cronista más eficiente de la decadencia moral de oriente. Lírico y épico al mismo tiempo, su nuevo film, es un fake que entremezcla documental y ficción persiguiendo las (arrolladas) vidas de los antiguos habitantes de un complejo de edificios hoy en día destinado a ser una urbanización de última generación para gente con alto nivel adquisitivo. '24 city', que se ha proyectado acompañada del cortometraje de encargo 'Cry me a river', es una elegía destructiva a la que es difícil enfrentarse sin derrumbarse ante tanta belleza y tanta tristeza. 'Hunger' es otra historia: un delirio esteta, tan atrayente como repulsivo, que retrata la huelga de hambre de los presos del IRA que ya escenificara Jim Sheridan en la muy efectista 'En el nombre del padre'. Película recibida con división crítica pero sin duda importante, cuya cuestionabilidad moral se ve superada por grandes momentos cinematográficos.
'Tiro en la cabeza' de Jaime Rosales puede que fuera la película más esperada del festival. El laureado cineasta, muy crecido en su foro interno, ha realizado una película sobre el terrorismo etarra alejada de todos los convencionalismos que se esperan en esta clase de films. Obra conceptual de alto riesgo -no hay diálogos, versa a través de la inacción de los personajes-, el film de Rosales fluye con orgullo y autosuficiencia sin que el espectador llegue a entender el propósito ético y estético de la rigurosidad del cineasta. He aquí el dilema: la película funciona y tiene un final realmente brillante, pero el cuestionamiento de las intenciones del cineasta, más allá de la apropiada denuncia frente a la barbarie terrorista, sigue siendo una incógnita. Al igual que en 'La soledad' uno debe preguntase a qué se debe la apuesta formal del cineasta y, sobre todo, lo necesario de la misma. Sea la respuesta que sea, lo que es indudable es que 'Tiro en la cabeza' está muy por encima del resto de la producción cinematográfica anual española, aunque la cabeza de lista sigue siendo la imparable 'El Cant dels ocells' de Albert Serra, presentada hoy en el festival dentro de la sección que exhibe lo mejor de la cosecha cinematográfica española.
Seguimos con alegrías: 'Tokyo Sonata' de Kiyoshi Kurosawa -ésta se me escapó, mil perdones, en Cannes- nos devuelve a lo mejor del cineasta japonés. Un retrato familiar que compaginaría de manera rocambolesca los 'Cuentos de Tokyo' de Yasujiro Ozu y la esperpéntica '¿Qué he hecho yo para merecer esto?' de Pedro Almodóvar. Película fluctuante, ambivalente y conscientemente indefinida, 'Tokyo Sonata' es una genialidad digna de un cineasta que, a todas luces, tiene una mente tan privilegiada como correctamente ordenada.
Alejandro G.Calvo