Paul Newman nació en Cleveland (Ohio) el 26 de enero de 1925. Allí empezaría a gestarse un actor legendario, polifacético y multidisciplinar, una de las últimas "estrellas" verdaderas del firmamento de Hollywood. Un hombre por encima de un actor, un padre de familia modelo, una figura ética intachable, un liberal preocupado por el devenir de su país... Newman era la cara de la América más positiva.
En su juventud Newman cursó estudios en la Shaker Height Senior High School antes de enrolarse por periodo de dos años en la marina norteamericana durante la Segunda Guerra Mundial. A su regreso el actor probó suerte en el fúbtol americano mientras trabajaba en oficios de todo tipo: sparring de boxeo, lavandero de coches, vendedor de enciclopedias a domicilio, etcétera. 1952 es un año decisivo en la carrera de Newman, al ingresar en la prestigiosa academia de interpretación dirigida por Lee Strasberg, el "Actor's Studio".
En 1953 Newman triunfa en Broadway con 'Picnic' y en 1954 debuta en el mundo del cine de la mano de Victor Saville en 'El cáliz de plata', aunque su primer papel de relevancia fue en la película de 1956 'Marcado por el odio' de Robert Wise.
Una carrera plagada de éxitos
Tan sólo dos años después Newman recibiría su primera candidatura al oscar por su papel en la magnífica adaptación que Richard Brooks realizó de la obra de Tenesse Williams 'La gata sobre el tejado de zinc' junto a la actriz Elizabeth Taylor. Fue la primera de sus ocho nominaciones, las otras corresponderían a 'El buscavidas' de Robert Rossen (1961), 'La leyenda del indomable' de Stuart Rosenberg (1967), 'Ausencia de malicia' de Sydney Pollack (1982), 'Veredicto final' de Sidney Lumet (1983) y por 'Ni un pelo de tonto' de Robert Benton (1994). El actor se alzaría con la estatuilla en la colosal película de Martin Scorsese, 'El color del dinero', donde daba vida, veinticinco años más tarde, al protagonista de 'El buscavidas'.
No deja de ser curioso que a Newman se le recuerde más por películas de menor calidad como 'El coloso en llamas' de Irwin Allen y John Guillermin (1974) -donde compartía protagonismo con otro tipo duro como era Steve McQueen- o las emblemáticas pero discutibles películas con Robert Redford: 'Dos hombres y un destino' (1969) y 'El golpe' (1973), ambas de George Roy Hill; mientras que nadie recuerda que el actor era poseedor de una tan rica como compleja carrera como realizador donde se engloban algunas de las mejores películas de la segunda mitad del siglo XX como 'Raquel, Raquel' (1968), 'El efecto de los rayos gamma sobre las margaritas' (1972) -premiada en Cannes-, 'Harry e hijo' (1984) y 'El zoo de cristal' (1987).
El adiós de una estrella
A mediados de los años ochenta, una vez conseguido su Oscar honorífico y, posteriormente, el obtenido por 'El color del dinero', el actor disfrutó de un resurgimiento tras pasar una etapa realmente dura donde tuvo que sobreponerse a la muerte de su hijo por sobredosis y una depresión. Entre sus últimas películas figuran algunas de la notoriedad de 'El gran salto' de los hermanos Coen (1994), 'Al caer el sol' de Robert Benton (1998) y 'Camino a la perdición' de Sam Mendes (2002).
El actor fallecía ayer en su rancho de Connecticut acompañado de su pareja durante cincuenta años, la también actriz Joanne Woodward, y de sus cinco hijas. Un cáncer de pulmón acabó con la vida de uno de los actores más importantes de la historia del cine, Newman nos deja un poco más solos, aunque siempre nos quedará el legado imborrable de sus películas. Buen viaje, Paul, y gracias.
Daniel Villarrasso.