P- La película sorprende por el cúmulo de barbaridades que Vázquez realizó en su vida… ¿es todo real o habéis exagerado las situaciones para hacerlas más cómicas?
R- Yo te diría que el 92% de lo que sale en la película es real. Hay alguna licencia, para que alguna gente no se ofendiese, pero sólo eso. Así que es realmente impresionante. Las anécdotas de Vázquez llevaban escuchándose los últimos 20 años, eran casi una leyenda, así que tanto Óscar Aibar como yo teníamos muchas ganas de que quedaran grabadas en imágenes. La verdad es que me hubiera encantado conocerle, Óscar sí llegó a hablar con él en alguna ocasión, porque siempre he sido un fanático de su obra.
P- ¿Cómo fue la documentación de la película? ¿Hablasteis con la familia, con Ibáñez, con la gente de Bruguera…?
R- Óscar hizo todo eso y más. Y eso que no era tan fácil conseguir hablar con todas las mujeres que tuvo Vázquez. Con Bruguera fue más sencillo y sé que Óscar habló con Ibáñez y él le dijo que se iba a pasar por el rodaje, cosa que a mí me hacía mucha ilusión, pero al final nunca apareció. La relación de Ibáñez y Vázquez era realmente curiosa, porque pese a llevarse bien sí que eran un poco rivales, además la gente se acabó decantando por Mortadelo y Filemón más que por La familia cebolleta. Así que sí que habría algo de pique, aunque Ibáñez siempre habla de Vázquez como de un maestro.
P- La película tiene un look de cómic de Bruguera…
R- Yo creo que está muy logrado. Óscar quería hacer un biopic fiel a la realidad pero que a la vez quedara reflejada la España gris de la posguerra (y el franquismo) y como Bruguera supo tintar con un poco de color todos esos años. Así que los cómics de toda aquella época son una clara influencia, ya sea por la paleta de colores usadas, como el hecho de que Vázquez hable con sus personajes o la desquiciada persecución que hay con el sastre y el guardia civil…
P- Es curioso que a Vázquez, que parecía no tener ningún tipo de ética, el único momento en el que le vemos dolido es cuando lo quitan a sus personajes.
R- Para Vázquez, por ejemplo, un hijo no debía significar mucho, posiblemente porque no le ayudaban en nada para la creación artística. A él, en esa etapa de su vida, puesto que luego acabaría renegando de todos ellos diciendo que "las hermanas Gilda eran una chorrada", lo único que parecía importarle, al margen de vivir de gorra, eran precisamente sus personajes. De ahí que a mí la secuencia que más me guste de la película es cuando vemos a sus personajes metidos en un cajón despidiéndose de su autor. La verdad es que me gusta mucho esta película y Manuel Vázquez me parece un héroe popular. Vaya, estoy tan convencido que creo que debería estar en los planes de estudio de las escuelas. Que no todo sea Garcilaso o Góngora, total, a los chavales de 14 años les da igual tanto estos como Vázquez o Ibáñez… o, volviendo al cine, que les pongan en clase 'Plácido (Plácido)' o 'Viridiana' y que les expliquen quién fue Luis Buñuel o quién es Luis Garcia Berlanga. Quizás es algo generacional, los chavales de ahora estarán dándole a la consola como yo le di a los cómics y, ojo, que no digo que sea malo. Si llego a tener una Nintendo de chaval seguro que me habría quedado enganchado todo el día a ella.
P- Es curioso que la película sea una comedia porque cuando uno lee el argumento tiene todo el cuerpo de un melodrama.
R- Absolutamente, da muy mal rollo. Hubo que trabajar mucho para encontrar el tono adecuado para la película. Hay que entender que Vázquez era un tipo inclasificable, alguien totalmente libre, a contracorriente. Él tenía claro que no quería ser un borrego como tantos otros, él no quería trabajar, pasaba de los hijos, de hacienda, de las leyes… alguien profundamente asocial. Eso hizo que acabara siendo alguien marginal, fuera de toda convención social, la vida le castigó muy duramente por todo ello. Y todo ello es dramático. De ahí que el humor que se practica es bastante brillante, lo cual me gusta mucho, porque ya iba siendo hora de que apareciera en una película de humor inteligente (RISAS).
Alejandro G.Calvo