¿Por qué elegiste el Festival de San Sebastián para presentar tu película?
Bueno, entre otras cosas porque en España aún se puede fumar en casi todas partes y, además, hay muy buenos restaurantes (risas). La verdad es que en Venecia nos dijeron que creían que la película quizás era demasiado clásica para la sección oficial: no sé a qué demonios se referían, así que decidimos pasar. En Cannes nos ofrecieron ir a la sección Un certain regard; pero a mí me apetecía ir a competición oficial, por lo que al final nos llamaron de San Sebastián y nos encantó la idea. No se trata tanto de que me apetecía competir con otras películas, eso es una chorrada, no se pueden comparar películas como no se pueden comparar obras pictóricas. Pero sí me apetecía que la película tuviera cierta relevancia y eso parece que sólo se consigue desfilando por la alfombra roja, por absurdo que parezca. Quizás cuando era joven y me tragaba cada año la entrega de los Oscar me habría hecho ilusión, pero ahora soy un hombre mayor y sólo quiero que mi película se dé a conocer de la mejor forma posible.
La película refleja la terrible condición social de los jóvenes existente en Glasgow en los años 70. ¿Crees que la situación ha mejorado desde entonces?
Sinceramente: creo que ha ido a peor. Muchas de las cosas que reflejo en la película las vi con mis propios ojos, como la separación de alumnos por buenas o malas aptitudes en diferentes clases. Pero como el problema es de raíz política éste sólo se hubiera solucionado si los partidos políticos hubieran ido a mejor y eso, desgraciadamente, en Escocia no ha pasado. Sólo hace falta comprobar cómo está la izquierda política: es un absoluto desastre, el grupo que antaño era fuerte ahora está disgregado en cientos de facciones, son incapaces de unirse por un bien común. Es bastante triste.
Quiero dejar claro que la culpa no es de los jóvenes sino de la educación que se les imparte. Y no creo que sea algo que sólo pasa en Glasgow, mientras preparaba la película llamé a amigos de Londres y Leeds y todos me contaban las mismas tristes historias de violencia y alienación social. Pero, repito, la culpa no es de los jóvenes, hablé con muchos de ellos y la mayoría son chavales encantadores. Una de las cosas que más me llamó la atención cuando preparé el casting fue que casi todos los chicos venían muy mal vestidos, a algunos incluso se les veía que no se habían dado una ducha en mucho tiempo. Eso es raro porque cuando eres joven, aunque sólo sea para gustar a las chicas, tratas de cuidar tu imagen.
¿Cuál fue la principal razón que te llevó a querer hacer esta película?
Pues la historia nació como un acto de rebeldía hacia mis compañeros de generación. Cuando me juntaba con los amigos y comentábamos las noticias, muchas de ellas provocadas por violentos altercados relacionados con los jóvenes, la frase común era "nosotros no nos comportábamos así". Entonces pensé: "¡Y una mierda! ¡Yo también era así! ¡Y vosotros! ¡Todos hemos hecho cosas de las que nos arrepentimos!". Así que me entraron ganas de hacer una película que retratara la raíz del problema, sólo eso. Era una empresa ardua, es innegable, porque no puedes trazar un desarrollo histórico que explique cómo se ha llegado a esa situación o cómo ha evolucionado desde entonces. No te puedes detener a hablar del degradado económico existente en Escocia o la proliferación del tribalismo urbano, todo ello debe estar presente como contingente, al menos en la medida que se pueda, se trataba de hacer una película no una saga de ochocientas secuelas. Me interesaba más hablar de la barrera inquebrantable que separaba a adultos y a jóvenes y, también, de cómo un joven aparentemente puro puede acabar perdiendo toda su autoestima para acabar sucumbiendo a la violencia imperante en su alrededor.
Luego está una cosa que quizás te suene un poco rara, pero también creo que es interesante: la condición de los jóvenes como actores en su vida real. Quiero decir, cuando estabas en la calle y te tocaba asustar a un miembro de una banda rival, entonces te ponías chulo, presumías, insultabas… pero no eras tú, era un personaje que interpretabas. Claro que entonces nadie estaba rodando una película, ni había catering, ni maquilladoras, sólo la aterradora calle y la conflictiva vida familiar de la mayoría de ellos. De hecho, creo que la parte más violenta de la película no ocurre en las calles, sino en sus propias casas, la atmósfera de violencia que se creaba ahí… daba mucho miedo. Me apetecía enseñar eso y que los jóvenes de hoy la vieran y reflexionaran sobre ello.
¿También perteneciste a una banda de joven?
Por supuesto. Era un "turista" o así nos llamaban. Al igual que el hermano mayor le dice al pequeño en la película "eres un puto turista", pues eso era yo. Evidentemente no hice muchas de las tropelías que se ven en la película pero sí pequeños hurtos y cosas por el estilo.
¿Dirías que la película refleja tu juventud?
No tengo un alter ego en la película, si a eso te refieres. El personaje principal vive unas historias terribles que yo no viví en ningún caso. Ahora, los sentimientos que tiene, los dilemas a los que se enfrenta… sí que son problemas calcados a los que yo me tuve que enfrentar a su edad.
Hay una escena que sí me pasó tal cual. Es aquella en la que al protagonista le dicen que tiene que ir a la clase de los "tontos" porque su hermano era un delincuente que había creado muchos problemas en la escuela. Eso me pasó exactamente igual y recuerdo que me cabreé un montón, pensaba, "Joder, yo no soy mi hermano, soy buen estudiante, ¡hasta sé latín!". Jamás olvidaré el día que conseguí, por fin, que me cambiaran de clase. Entrábamos dos y éramos sustituidos por otros que "descendían" a la mala. Jamás olvidaré las caras de tristeza y miedo que tenían. De ahí que lo refleje tal cual en la película. Era realmente aterrador. Joder, uno de esos de chicos acabó en la cárcel por asesinato. Para que veas la diferencia entre estar en la clase A o en la clase B.
¿Me hablarías de la secuencia en la que el protagonista pelea con Jesucristo?
Bueno, no te voy a engañar: me hacía mucha gracia. Yo, cómo todos los niños de Escocia, era católico. Pero llegó un día en que, harto de todo, decidí que Dios había muerto para mí. Mi padre era un lunático, en la calle no paraban de pegarme, tuve que huir de casa… estaba harto de todo. Enfoqué toda mi rabia contra la religión y me imaginé dándole una paliza a Jesucristo. Pero no hay que tomarlo en serio, es una secuencia que encuentro bastante cómica, de ahí que la música sea tan exagerada. Está claro que no es 'Zoolander (Zoolander)', que es mi comedia favorita de todos los tiempos, e igual queda un poco impostada en la película. Pero el cuerpo me pedía ponerlo, así que aunque sea una contradicción me lancé a ella. De hecho, no puedo engañar a nadie: toda la violencia, todo el horror, todo el drama vivido por los jóvenes que son miembros de una banda… no quita que estar en ella no fuera chulo. Era un chute para tu vanidad. Todo el mundo te respetaba, ibas con chicas, bebías, dejabas de ser un niño para pasar a ser un hombre. De ahí la contradicción: era un infierno está claro, pero era tú infierno.
Alejandro G.Calvo