Jane Russell era el prototipo de pin-up exhuberante de los años cincuenta. Con un cuerpo de vértigo y una tupida cabellera morena, la actriz irradiaba sensualidad se mirase por donde se mirase. Tenía sólo 22 años cuando Howard Hughes, uno de los hombres más poderosos (y chiflados) de norteamérica, se fijó en ella hasta el punto de perder la cabeza. Se convirtió en su pigmalión, en su adalid, en su amante. Obligó al director Howard Hawks (que no tardaría en huir del proyecto) y al guionista Jules Furthman para que crearan el vehículo idóneo para el lanzamiento de su nueva estrella; la película se llamaría 'El forajido (The Outlaw)' (1943), un esperpéntico erotic western donde se cruzaban las legendarias vidas de Pat Garrett y Billy El Niño con la de Doc Holliday (algo sin pies ni cabeza) donde Russell aparecía provocativamente semidesnuda, retorciéndose en un pajar mientras miraba lujuriosamente a cámara (al propio Hughes, reconvertido en patoso director).
La película, claro, fue un desastre... aunque su objetivo primordial se vio cumplido: Jane Russell ya era toda una estrella. Ahora tocaba demostrar que también era actriz. Así, tras diversos trabajos en la radio (colaboró con el mítico humorista Bob Hope) y prestar su voz para diversos EP's, la actriz decidió retomar su carrera cinematográfica. Así trabajó para John Farrow ('Las fronteras del crimen (His Kind of Woman)', 1951), Allan Dwan ('Montana Belle', 1952), Robert Stevenson ('Las Vegas (The Las Vegas Story)', 1953) y Josef von Sternberg ('Una aventurera en Macao (Macao)', 1952). Una colección de grandes nombres... para unos títulos ciertamente medianos (por ser amables).
El siguiente paso ya fue el decisivo: Howard Hawks se acordó de ella para que fuera la pareja de Marilyn Monroe en el mitificado musical 'Los caballeros las prefieren rubias (Gentlemen Prefer Blondes)' (1953). Dicho y hecho: la película fue todo un éxito, el punto álgido de la comedia ligera y naïf de los años 50, el vehículo hacia el estrellato (y el más allá)... pero para la rubia Marilyn. Ironías de la vida, el mayor éxito de Russell significó también el principio de su decadencia. Así mientras Marilyn -que había cobrado un sueldo ínfimo en comparación con el de su compañera- iba gestando su leyenda entre grandísimas películas ('Bus Stop', 'Con faldas y a lo loco (Some Like It Hot)') y sus escandalosos amoríos, la carrera de Russell se fue paulatinamente apagando.
Primero fracasó con la secuela del film de Hawks, un esperpento llamado 'Los caballeros se casan con las morenas' (1955) -donde una insulsa Jeanne Crain sustituyó a Marilyn Monroe- y luego con un Nicholas Ray menor, 'Sangre caliente' (1956), un fracaso de público y crítica. Entre medias llegaría su último éxito, 'Los implacables (The Tall Men)' (1955) de Raoul Walsh junto a Clark Gable.
Ya en los sesenta su carrera entró en un declive irrefrenable e irreversible que acabaría con su pronta jubilación cinematográfica en 1970 tras rodar su enésimo pinchazo en taquilla, 'Más oscuro que el ámbar (Darker Than Amber)', relegando sus colaboraciones interpretativas al mundo de la televisión.
Alejandro G.Calvo