El pasado 28 de febrero la tronchante web El Mundo Today publicaba el siguiente artículo satírico: "Protectoras de animales fuerzan la retirada de la película 'Matar a un ruiseñor'". El dislate se hacía presente de una forma clara y meridiana: asociaciones como PETA y APEMA, incapaces de distinguir la realidad de la ficción, lo empírico de lo metafórico, creían que la película de Robert Mulligan (y la novela de Lee Harper) eran obras destinadas a provocar el holocausto de los ruiseñores, ergo debían ser retiradas de circulación, castigadas a no ser vistas nunca jamás. Evidentemente, como todas las noticias de El Mundo Today, era una broma, un sencillo juego de palabras que trasladaba el tabú -el asesinato masivo contra una especie indefensa- hacia el terreno de la astracanada.
Lamentablemente, unos días más tarde, se filtró a la prensa la siguiente noticia: el director del Festival Internacional de Cinema de Catalunya-Sitges, había sido acusado por la Fiscalía de Barcelona de exhibición de pornografía infantil al haber proyectado dentro del marco del certamen la tan cochambrosa como polémica película 'A serbian film (Srpski film)' del realizador (por llamarlo de alguna forma) Srdjan Spasojevic. Al parecer la fiscalía cree que Sala ha cometido un delito recogido en el artículo 189.7 del Código Penal, que puede castigar con penas de tres meses a un año de cárcel a quien "produjere, vendiere, distribuyere, exhibiere o facilitare por cualquier medio material pornográfico en el que no habiendo sido utilizados directamente menores o incapaces, se emplee su voz o imagen alterada o modificada".
Entre ambas noticias existen un buen número de similitudes: la coartación de la libertad de expresión (o censura) a instancias judiciales; la ceguera de ciertas instituciones a diferenciar la realidad de su representación y/o reconstrucción (con distinto grado de crudeza) dentro del ámbito de lo cinematográfico; así como la constatación del auge de una sociedad neo-conservadora (con EE.UU. como punto de referencia) cuyo foco de atención en la exhibición cinematográfica, ya sea en salas comerciales o festivales especializados, recuerda a los tan oscuros como enmohecidos tiempos de la censura franquista y derivados.
Y, claro, entre ambas noticias existe una diferencia cualitativa realmente importante: una es un chiste y la otra es la cruda realidad.
Antes mala que pornográfica
A estas alturas no hay nadie que pueda defender las cualidades artísticas de 'A serbian film (Srpski film)': una película estéticamente cochambrosa, narrativamente flácida y de escaso interés argumental donde lo único que existe en ella es una acumulación desproporcionada de todo tipo de actos vejatorios donde, es cierto, se realizan violaciones a un bebé recién nacido y a un niño de corta edad. Dichas secuencias son, evidentemente, asquerosas, innecesarias y gratuitamente provocadoras. Una estupidez, vamos. Algo que no arregla la defensa que Spasojevic hace de su obra hablando de "nosequé" metáfora de la sociedad dominante en la que vivimos o "nosequeotra" relación con la guerra de los Balcanes, capaz de convertir lo absurdo e irrelevante de sus imágenes en algo parecido a una diarrea discursiva que aburre e indigna de la misma forma.
Ahora, que una película sea muy mala o muy desagradable, no significa que sea pornográfica. No hay que olvidarse -parece mentira que haya que repetirlo- de que 'A serbian film (Srpski film)' es una ficción y, como tal, no se puede sojuzgar a la misma como si fuera una snuff movie o cualquier documento en el que alguien sufra cualquier tipo de vejación real. ¿Qué en ella hay actos de pederastia? Cierto. Al igual que en 'Precious (Precious: Based on the Novel 'Push' by Sapphire)', 'Mystic River', 'El príncipe de las mareas (The Prince of tides)', 'Sleepers', 'La mala educacion', 'Happiness', 'Expiación (Atonement)'... ¿Qué la película es tan cruda que su visión se convierte en algo insoportable? Cierto. El mismo desasosiego que uno puede sentir viendo 'Biutiful', 'Martyrs', 'Irreversible (Irréversible)', 'Funny Games (Funny Games)', 'Secuestrados', 'Anticristo (Antichrist)', 'La Pasión de Cristo (The Passion of The Christ)', 'El ciempiés humano (The Human Centipede (First Sequence))', etcétera. Es por ello que el visionado de la película de Spasojevic resultará una total pérdida de tiempo para el espectador, pero no por ello se estará cometiendo crimen alguno. Pensar lo contrario, más que al fascismo nos lleva al Medievo.
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Este mismo sábado las redes sociales enloquecieron. No sólo se crearon páginas de apoyo a Àngel Sala -en Facebook: En contra denuncia de la denuncia al director del Festival de Sitges; y en Twitter el hashtag: #ApoyoAngelSala- sino que se escribieron cientos de tweets y posts entre los que se podía leer cosas como "Cada vez que alguien denuncia 'A serbian film' diez niños se la bajan de internet" o "Todos por el newborn porn". Es decir, gracias a la acción de la fiscalía la horrorosa película serbia disfruta de la campaña de publicidad más exitosa de los últimos años creando una confusión supina en el espectador que cree que se puede encontrar ante la nueva 'Saló o los 120 días de Sodoma (Salò o le 120 giornate di Sodoma)', la nueva 'La Naranja mecánica (A Clockwork Orange)' o la nueva 'Perros de paja (Straw Dogs)'... cuando en realidad 'A serbian film (Srpski film)' convierte cualquier película de la saga 'Saw' en la nueva 'Ciudadano Kane (Citizen Kane)'.
Alejandro G.Calvo