¿Cómo surgió el proyecto?
Hace cuatro años y medio un productor argentino me trajo un guión que trataba sobre la persona de Josemaría Escrivà de Balaguer, pero el texto era muy pobre, no me interesó por ningún lado. Dos años más tarde retomamos el contacto en Amsterdam y seguimos discutiendo sobre el proyecto. La pregunta clave fue: "¿Pero no te interesa hacer una película sobre la guerra civil española?". Claro, era una pregunta que no dejaba espacio a la huída: la guerra civil española es uno de los sucesos más importantes de la historia del Siglo XX. Así que me acabó dejando un montón de material sobre Escrivà para que trabajara con él.
¿Hubo algo que le llamara especialmente la atención?
Entre ese material había una cinta VHS en la que se veía una conferencia de Escrivà, ahora no recuerdo si en Buenos Aires o en Bogotá. En ella una joven le decía que quería convertirse al catolicismo, pero que había un problema: ella era judía y tenía miedo de lo que dirían a sus padres. Entonces Escrivà le dijo que honrar y respetar a los padres era lo más importante, que no debía decepcionarlos o darles un disgusto. Ahí me di cuenta de que el futuro protagonista de mi película no era un ser intransigente o alguien que quisiese imponer su voluntad a toda costa. Creí que esa era una buena escena para meter en una película. A partir de ahí empecé a pensar… ¿Cómo se retrataría la vida de un santo? ¿Cuál sería el papel de la iglesia? ¿Cómo me afectarán mis propios prejuicios? En ese momento decidí que quería intentarlo… me pareció un verdadero desafío.
¿No le daba miedo que la película se convirtiera en una hagiografía?
Trabajé mucho en la idea que te he contado: ¿cómo puedo poner en escena la vida de un santo? ¿Qué decisiones debes tomar? ¿Cómo evitar que la película se convirtiera en una hagiografía? Estaba claro que si sólo aparecía un personaje con peso en la película la historia se iba a decantar por ese camino… Así que tuve que dramatizar las enseñanzas que el había dicho a lo largo de su vida. Unas enseñanzas que encontré muy poderosas, muy sencillas, muy fáciles de representar. Ideas que remitían a cosas básicas como la libertad a la hora de escoger, el amor a los demás o la capacidad de perdonar. Todo ello otorgó una estructura orgánica a nuestra historia donde aparecía este nuevo personaje, Manolo, que en cierta manera sería un antagonista para Josemaría. Era algo parecido a retratar la vida de Jesucristo, ésta no se puede entender sin la presencia de Judas; así que, para entender el símil, se podría decir que lo que yo hice en mi película fue igualar los papeles de Judas y Jesucristo.
También rechacé realizar un retrato en el que se valorara todo lo que tenía de bueno y todo lo que tenía de malo, si en este aspecto era más conservador o si era más liberal. No lo encontré interesante. Es cierto que Escrivà era muy conservador, pero también tenía gestos muy progresistas. Y, por otro lado, hay que reconocer que las cosas que leí sobre él que eran negativas –se decía, por ejemplo, que era bastante brusco- eran bastante intrascendentes. Para mí era alguien muy humano, que tuvo las mismas dudas que cualquiera de nosotros.
En España se ha retratado la Guerra Civil en multitud de ocasiones… pero no es habitual en ellas la recreación de las ejecuciones de los miembros del clero por parte del ejército republicano. ¿Tiene miedo de que se pueda encontrar su película algo reaccionaria?
¡Es que fue cierto! ¡Ellos lo hicieron! Mira, cuando hice 'Los gritos del silencio', unos amigos militantes de la izquierda política me vinieron a ver para decirme que no debía hacer esa película. A ellos les molestaba que denunciara a un país con un gobierno socialista. Pero ellos se olvidaban de una cosa: ¡era una dictadura socialista! Y creo que la gente no es tan tonta como para no diferenciar lo que está bien de lo que está mal, sea del partido político que sea. Al igual que todos los seres humanos nos equivocamos, los gobiernos socialistas también lo hacen.
Yo creo que, para la película, era importante retratar la condición en la que vivieron aquellos curas durante la Guerra Civil. Así como también creo que la izquierda debe aprender a convivir con sus propias intolerancias. Tenemos suerte de que no haya un canon por el cual un partido político tenga vía libre para operar como le venga en gana sin miedo a represalias, si los cineastas no podemos cargar contra aquellos actos injustos que han realizado los gobiernos, ya sean de izquierdas o de derechas, entonces las únicas películas que veremos serán aquellas que habitan en un mundo de fantasía.
¿Me podrías aclarar la relación que tuvo el Opus Dei con la película?
No existe un comité del Opus Dei que decide como debe pensar el Opus Dei porque, básicamente, la relación entre sus miembros es de carácter espiritual. En una reunión del Opus Dei, por ejemplo, no pueden hablar de negocios, sólo de temas espirituales. Yo los veo como un grupo de agentes que van por libre. Así que puedo decir que el Opus Dei no financió mi película, aunque los dos principales productores son miembros de la institución, así como varios de los inversores del film. Pero ellos no invertían como una organización, ellos lo hacían porque era gente que amaba a Josemaría Escrivá. Y ellos nunca supieron que es lo que yo estaba haciendo, nunca discutí con ellos sobre la teología de la obra en sí.
Alejandro G.Calvo