'Insidious' funciona como película de terror y no da vergüenza ajena, que ya es mucho decir en uno de los géneros que peor ha soportado el paso de los años. El tándem formado por James Wan y Leigh Whannell (que también tiene un divertido papel en la película) sigue forjándose un nombre en el mundo del cine. Si ya revolucionaron el mundo del thriller sangriento con la saga 'Saw' y posteriormente reabrieron la caja del terror clásico de fantasmas al más puro estilo del cuento gótico con 'Silencio desde el mal', ahora retoman la senda del Tobe Hooper de 'Poltergeist' o del Peter Medak de 'Al final de la escalera'.
Si vais a ver esta nueva experiencia terrorífica os aconsejamos fervientemente que acudáis al cine acompañados, ya sea de vuestra novio/a, vuestro tío o vuestra mascota, ya que el objetivo 'Insidious' como buena película de terror consigue su objetivo: causar el miedo en el espectador, y si termináis agarrándoos al brazo de la persona que tengáis al lado, probablemente se muestre cuanto menos extrañado. La primera escena ya pone los pelos de punta: mientras un niño duerme plácidamente en su cama, junto a él se esconde entre las tinieblas una sombra misteriosa que porta una vela entre sus manos. Un comienzo trepidante a los que siguen unos intrigantes títulos de crédito acompañados de una intrigante música de violín que "ameniza" el resto de la película. Su inquietante banda sonora es otro gran acierto.
Tras estos títulos se nos presenta a la familia protagonista: una madre estresada debido al gran trabajo que le dan sus tres hijos (la siempre creíble Rose Byrne), un padre ensimismado en su trabajo (Patrick Wilson), un bebé, el mediano de los pequeños (al que apenas vemos en la película), y el joven Dalton (sobre el que se centrarán los miedos de los padres), todos ellos se acaban de mudar a una nueva casa que no acaba de agradar a todos y es que comienzan a suceder cosas extrañas como libros que se caen solos, la niña pequeña llora más de lo normal o cajas de mudanza que desaparecen misteriosamente. Es entonces cuando una noche el mayor de los niños decide subir a la buhardilla a investigar, cuando por un accidente cae desde una escalera golpeándose en la cabeza. Cuando sus padres le descubren y todo parece correcto, no saben el infierno que pasaran poco más tarde.
Y es que a la mañana siguiente el pequeño Dalton está en coma, pero no parece mostrar ningún daño cerebral, por lo que los médicos tiran la toalla tras tres meses de ingreso en el hospital tratando de buscar una cura a su extraña enfermedad, y le mandan a casa para que sus padres se hagan cargo de sus cuidados. Es entonces cuando lo que al principio eran pequeños fenómenos que parecían casualidad se convierten en un fuerte fenómeno sobrenatural que asola a la casa y al espectador. Sin demasiados artificios digitales (optando más por un maquillaje tradicional), y sin truculentos efectos gore, el filme golpea al espectador a partir de aquí logrando una tétrica fábula que atemora en ocasiones hasta al más curtido en el género.
Aún así el filme peca de bajar algo el nivel en su segunda parte (algo que parece que se está imponiendo en casi todas las producciones del género). Pero si obviamos esto y lo risible de algunos personajes maléficos y algunas escenas sobrantes, la cinta es cien por cien recomendable para todos los fanáticos del cine de terror. Además contiene algunos golpes cómicos, que hacen reducir la tensión (aunque eso sí, brevemente) como la divertida (y "friki") pareja de caza fantasmas. No os arrepentiréis.
Tomás Andrés