Momentos de gran emoción los vividos en la inauguración (ayer por la noche) de la sección Un certain regard (Una cierta mirada). Básicamente fue un recordatorio para todos los que, a esas tardías horas y tras un día agotador, andábamos medio zombis por el Palais Debussy de que nos encontramos en Cannes, el festival de festivales, un sitio en el que a pocas butacas de donde te encuentras se hayan sentados gente como Adrien Brody, Rachel McAdams, Michael Sheen, Elodie Bouchez o Emir Kusturica. También, por supuesto, se hallaban en la sala los responsables de 'Restless', título inaugural de la prestigiosa sección paralela (cuya imagen este año viene acompañada de la estilizada figura de Marilyn Monroe), encabezados por su director Gus Van Sant y seguidos por la actriz/productora Bryce Dallas Howard y los actores Mia Wasikowska y Henry Hopper (hijo del mítico actor fallecido Dennis Hopper).
El equipo de 'Restless' en la alfombra roja
Gus Van Sant, en Cannes, juega en terreno conocido. Realizador fetiche del festival y ganador de la Palma de Oro en el año 2033 por 'Elephant', este año ha sido el responsable de inaugurar Un certain regard con 'Restless', una bellísima historia de amor entre un joven huérfano (Hopper) y una enferma de cáncer terminal (Wasikowska) a la que le quedan tres meses de vida. Lo sé, bajo dicha premisa, todo un epítome del melodrama llorón que tendría a 'Love Story' como película de referencia, y conociendo la trayectoria bipolar del realizador -moviéndose entre el cine "industrial" y la vanguardia artística-, existía el temor previo al visionado de que este podía ser un Van Sant menor. Error. De los gordos. 'Restless', melodrama etéreo que dialoga con la muerte con una hendidura de calado mayúsculo, es más una película de fantasmas (metafóricos y reales), que un drama amoroso. Tanto es así que, pese al arranque dubitativo alicatado con la insistente (omnipresente, mejor dicho) música de Danny Elfman, la película va creciendo enteros a medida que avanza su metraje hasta que, llegados a la línea medular -donde los protagonistas viven un Halloween nebuloso y espectral que se encuentra entre lo mejor que ha filmado Van Sant-, la película ya te ha arrebatado de ti mismo y de tus estúpidos prejuicios. Van Sant vuelve a convertir lo difícil (¿lo imposible?) en algo fácil, lo prosaico en poético -ese falso final que evoca a 'Dublineses (The Dead)'-, la tragedia particular en una declaración de amor universal.
Diane Kruger y Joshua Jackson también se pasearon por la alfombra roja (ella está promocionando una película en el mercado del certamen; él es su acompañante oficial)
Cambiamos de ámbito, giramos la tuerca. Nos vamos al Vaticano. Complejo territorio donde el ácido realizador italiano Nanni Moretti ha filmado 'Habemus Papam'. Una sátira algo desinflada (y, definitivamente, poco mordaz) de los días que siguieron a la muerte de Juan Pablo II y la designación del nuevo Papa. En la película, el elegido no es otro que Michel Piccoli, a quién le entra el miedo escénico y huye del Vaticano para evitar afrontar su cargo... dejando a los cardenales y obispos encerrados en el mismo sin poder comunicarse con el exterior. Moretti, que se reserva el papel de un psicólogo al que la iglesia consulta, dosifica de forma irregular los golpes de humor del film, concentrando la parte más hilarante (ergo divertida) en su arranque -todo lo que conlleva la votación para elegir al nuevo papa está tan cerca de Chaplin como de Harpo Marx-, y dejando para la parte final una poco trabajada reflexión sobre el significado de ser un líder (espiritual, político, sociológico, da lo mismo) bastante menos divertida (ergo aburrida). La película, eso sí, fue recibida con aplausos.
Música de fondo: PJ Harvey
Alejandro G.Calvo