Extraño pase el de esta mañana a las 08:30h. Era el estreno de lo último de Almodóvar, 'La Piel que Habito', película rodeada de un secretismo ciertamente extraño -no se hizo el habitual pase para prensa previo a Cannes, apenas existen imágenes y el tráiler oficial es un mínimo teaser-, según la productora, para así no desvelar la trama sobre la que versa la cinta; y digo extraño porque, pese a que a su término la prensa la ha recibido con aplausos, durante la proyección de la misma no dejaron de sonar risas extravagantes, fuera de lugar, como si la gente no supiera si debía reírse o no de lo que estaba viendo. Una incómoda situación que no hacía honor a lo que estábamos viendo en pantalla, un thriller almodovariano de pura raza, quizás lo más adscrito al cine de género que haya hecho nunca (únicamente comparable con la lejana 'Matador' o con la irregular 'Carne Trémula').
Sin desvelar en exceso la trama indaguemos un poco en la película. Esta retrata la obsesión de un "mad doctor" (Banderas) con respecto a una paciente (Anaya) que mantiene encerrada bajo llave y a la que ha practicado una extraña mutación en la piel para que esta sea más resistente (al sol, a los mosquitos, etcétera). Los referentes son bien claros: la obra maestra de Georges Franju 'Ojos sin rostro (Les Yeux sans visage)', la maquiavélica obra de William Wyler 'La Coleccionista (La Collectionneuse)' y una clara auto cita hacia la propia '¡Átame!'; una incursión sin red en el cine de género donde habitan de forma bien vívida todos y cada uno de los elementos que hacen reconocible el cine del manchego: pasión desgarrada, entrecruzadas líneas argumentales que nadas en el funambulismo, tremendos aderezos cómico-surrealistas y su aplaudida obsesión plástica por manejar los encuadres como pinturas que van de lo kistch al afterpop. Por suerte Almodóvar es un cineasta que no suele acomplejarse, su cine podrá gustar o no, ser amado u odiado, pero nadie puede negarle la valentía con la que emprende cada nuevo proyecto ni el talento con que lo refleja. Cuando decía al principio que el pase -al que, por cierto, ha acudido un madrugador Robert De Niro (único miembro del jurado en la sala)- había sido extraño, no quería llevar a equívocos a nadie. La personalidad del cineasta es tan fuerte que el público parece predispuesto a reaccionar de una determinada manera antes incluso de que las escenas ocurran. De ahí que 'La Piel que Habito', en su metamorfosis genérica, desconcertara a un público con ganas de reír frente a una historia que es, en realidad, terrorífica, cruel y desesperada.
Jean-Paul Belmondo (y señora) camino del homenaje (que le daba el certamen)
Sin medias tintas: 'Melancholia', lo nuevo de ese cineasta-grime-star llamado Lars von Trier, tiene uno de los mejores arranques de la historia del cine. Una serie de postales al ralentí fruto de la combinación entre el video-arte, el tripi lisérgico y la refinación de un erotómano al esteticismo rafaelista. Un auténtico festín para la mirada, para la mente, para el corazón que, a la postre, no es más que un conjunto de imágenes-sinécdoques de lo que se verá a continuación, el cómo una familia burguesa se enfrenta al apocalipsis. Y es que si Terrence Malick construyó las imágenes del origen del mundo en 'El árbol de la vida (The Tree of Life)', Von Trier lo que decide poner en escena es su destrucción absoluta mediante la colisión de la Tierra con el "planeta viajero" Melancholia. De ahí que llame mucho la atención que, dado la tendencia al exceso de su realizador, esta resulte su película más contenida. Las dos partes (tras el sublime prólogo) en las que se divide la obra muestran (1º) el advenimiento del fin del mundo durante la boda del personaje al que da vida una carnal Kirsten Dunst y (2º) la aceptación y preparación frente al apocalipsis de lo que queda en pie de dicha familia. Para ello el director de 'Rompiendo las olas (Breaking the Waves)' suaviza notoriamente su mirada, abandonando su conocida agresividad plástica y tendiendo a lo más parecido que ha estado nunca de un cierto clasicismo narrativo. De ahí que sorprenda que una película de imágenes tan potentes posea un contenido dramático que vuela raso por debajo de las mismas. Situación, empero, que se arregla con el sublime final de la cinta. De lo más hermoso (y positivo) que ha firmado jamás el cineasta danés. Posteriormente el cineasta enloqueció en la rueda de prensa, pero eso lo habrán leído ya en la prensa más amarillista.
Los actores de la película sorpresa del certamen: 'The Artist'
Ahora vamos con una de las sorpresas de la sección oficial (recordemos que el título entró a última hora y, si hacemos caso a los rumores que habitan en los pasillos del Palais, lo hizo en prejuicio del título de Bruno Dumont que comenté ayer), la película francesa 'The Artist' del realizador Michel Hazanavicius. Película bonita, en su aceptación más ñoña, y entretenida, en su sentido más literal, cuenta en blanco y negro y haciendo uso retro de la estética del cine mudo (vaya, que los diálogos vienen señalados en rótulos, aunque la imagen sea un perfecto 35mm), el viacrucis de una estrella del cine de los años veinte cuando se ve forzado al retiro ante la llegada del cine sonoro. Las referencias son claras: tanto 'Cantando bajo la lluvia (Singin' in the Rain)' (hasta el actor luce un porte a lo Gene Kelly) como 'Sombrero de copa (Top Hat)' resultan bastiones de los que copiar hasta secuencias enteras. Película optimista y entrañable (ñoña hasta el tuétano), 'The Artist' ha sido comprada por los hermanos Weinstein y será distribuida internacionalmente por Warner Bros, algo insólito para un título independiente del país vecino. Vaya, que es una de las favoritas para los Oscars del 2011.
Música de fondo: David Bowie
Alejandro G.Calvo