Argumento en pocas palabras: en un pequeño pueblo de Ohio, año 1979 -más o menos el mismo arco temporal por el que discurrían las tramas de películas como 'Encuentros en la tercera fase (Close Encounters of the Third Kind)', 'E.T. El extraterrestre (E.T. The Extra-Terrestrial)'... unos años antes de 'Gremlins', 'Los Goonies (The Goonies)' y 'Exploradores (Explorers)'-, unos chavales están rodando una película amateur sobre zombies filmándola con una cámara de Super 8. La cuestión es que mientras ruedan una escena de separación -Abrams, cinéfilo hasta el tuétano, esta vez cruza 'Casablanca' con 'La noche de los muertos vivientes (The Night of the Living Dead)'- en una estación de tren, éste descarrila liberando un, digamos, monstruo gigantesco que arrasa todo a su paso... y que unos militares de intenciones aviesas intentarán encubrir/controlar.
Así que, de entrada, las cosas claras: ni Spielberg (productor) ni Abrams (director y guionista) tratan de descubrir la piedra filosofal del cine como espectáculo inteligente para las masas, entre otras cosas, porque ésta ya fue descubierta a mediados de los 70 por el propio director de 'En busca del arca perdida (Raiders of the Lost Ark)' (junto a George Lucas y su saga estelar). Tampoco 'Super 8' trata de reformular, readaptar o usar cualquier gadget propio del posmodernismo para actualizar el espíritu lúdico de la aventura juvenil que nos ofrecían películas como 'Regreso al futuro (Back to the Future)' o 'El secreto de la Pirámide (Young Sherlock Holmes)' (ambas producciones de Spielberg, por otro lado). Y es que el nuevo largometraje del creador de 'Perdidos (Lost)' es una película exactamente igual que todas las aquí citadas: un ejercicio nostálgico que supera todos los cliches propios de la anacronía temporal gracias a la perfecta cinética narrativa impuesta por sus responsables directos. Y aquí me gustaría remarcar la importancia del trabajo de J.J. Abrams, porque ni Steven Spielberg podría hacer, a día de hoy, una película tan spielbergiana como 'Super 8'.
Y es que Abrams escribe y filma con ojos de fan, igual que lo hicieran en su día Brian De Palma o Martin Scorsese (con otros referentes, claro), reescribiendo el cine con el que se crió usando las mismas palabras que usaron sus maestros. De ahí que el supuesto alienígena esté oculto al espectador a lo largo de todo el metraje -igual que en 'Tiburón (Jaws)'-, que los protagonistas sean un grupo de jóvenes cuya amistad esté a punto de desintegrarse por cuestiones ajenas -'Los Goonies (The Goonies)'- o que los verdaderos villanos de la cinta sean unos militares capaces de cualquier villanía en aras a capturar a la bestia -'E.T. El extraterrestre (E.T. The Extra-Terrestrial)'.
Ahora, todo lo dicho en los tres párrafos anteriores no es más que palabrería previa para llegar a la siguiente conclusión: que 'Super 8' es una película increíble, tremendamente espectacular, vibrante y emocionante a partes iguales, que va del cine de terror al cine romántico -la relación entre Joe y Alice tiene momentos de pura épica teen-, de la action movie a la comedia juvenil, que te tiene subyugado a una butaca que parece convertirse en el "Delorean" y te transporta veinte años atrás, cuando la capacidad para soñar y disfrutar iba de la mano de la inteligencia argumental y de ese sentimiento de ingenuidad como espectador que con el paso del tiempo, poco a poco, se ha ido desintegrando. Va a arrasar.
Alejandro G.Calvo