La tradicional Zombie Walk del festival no podía permitirse el no tener una película potente de zombies en su sección oficial. Para el caso han traído una de las películas de mertos vivientes más sui géneris de los últimos años: 'Juan de los Muertos' de Alejandro Brugués, primera producción independiente de cine cubana en los últimos... ¿40 años? De ahí que lo que más llame la atención de la cinta no sea ni la trama (encefalograma plano), ni los FX (cartón piedra), ni la originalidad de la misma (Romero reloaded XXL)... sino el asombroso retrato que hace de una Habana tan desnutrida (en lo económico) como ruinosa (en lo social) y su escaso miedo a cargar, aunque sea de forma sutil u oblicua, contra el regimen castrista. De ahí que no podamos contener nuestra risa cuando las televisiones del país se enfrentan al apocalipsis como "una amenaza imperialista", a los zombies los llamen "disidentes" y los españoles aparezcan como unos sátiros que sólo están en Cuba para fornicar con sus chicas jóvenes. Un desmadre de tomo y lomo que no ahorra en escatología -tiene bromas que entrarían perfectamente en la quinta entrega de 'Torrente'- y que aporta un incierto exotismo socialista a la tan explotada mitología zombi. Aquí la gente se lo ha pasado muy bien y eso, supongo, cuenta.
Mucho más interesante, inteligente, divertida y terrorífica -al mismo tiempo- ha resultado 'Proyecto: Troll Hunter (Trolljegeren)' del cineasta noruego André Øvredal. Un falso documental que juega con el found footage a la vieja usanza (sí: ya es vieja) de 'The Blair Witch Project (El proyecto de la bruja de Blair) (The Blair Witch Project)'. Unas misteriosas cintas de grabación llegan a una productora cinematográfica que, al montarlas, descubren que es la peligrosa aventura de tres reporteros que se embarcan en una expedición que busca eliminar... trols. A medio camino entre la comedia de terrores y el cinema vérité que practica, por ejemplo, 'Monstruoso (Cloverfield)', la película es un subidón continuo, un antiguo despiporre digital. Seguramente no alcance las cotas de títulos superiores como 'Grizzly Man' o 'Project Grizzly', pero aún así es un divertimento sublime y, ojo, es de las películas que suelen poner de acuerdo a un jurado heterógeneo. Aunque sólo sea por lo conseguidos que están esos aterradores trols en cualquiera de sus formatos/especies. La buena noticia es que esta película está comprada para el estreno en nuestro país.
La última película que hemos visto en este Sitges 2011 es un documental tremendamente interesante y más que bien realizado, siempre moviéndonos dentro del mainstream más funcional. Y es que James Marsh, director de 'Project Nim' -ganador del Oscar por la anterior 'Man on Wire'-, es un cineasta que tiende a la economía narrativa en aras a ganar espectacularidad en la imagen enseñada. Es cierto, hay demasiadas pistas falsa y trucos de cámara en su cine -mezcla imagen real y ficción docudramatizada de forma impúdica- pero aún así consigue conmover al saber juntar todos aquellos elementos que son necesarios para que una historia funcione, tanto en credibilidad como en calidad. 'Project Nim' es la aterradora historia de un chimpancé con el que se experimentó en los 70 para ver si podía llegar a comunicarse con el lenguaje de los sordomudos. Mediante un seguido de testimonios de viejos hippies que tanto amamantaron como dieron porros al primate, el espectador va empatizando más y más con un ser inocente al que los humanos prácticamente destrozamos la vida.
Y, bueno, eso ha sido todo. Gracias por estar ahí. Como siempre.
Alejandro G.Calvo