A primera vista, 'Arthur Christmas: Operación regalo' podría parecer otra simple comedia animada diseñada para avivar (y amortizar en taquilla) el espíritu familiar de las fiestas que ya se aproximan: una nueva fabulación satírica del imaginario navideño. Y, no nos engañemos, esta producción en 3D tiene algo de todo eso; aunque también incorpora felizmente unas cuantas anomalías a tener en cuenta. De partida, se trata de una producción de Aardman Animation (en colaboración con Sony Pictures), el estudio de Wallace y Gromit, las criaturas de plastelina más pintorescas y carismáticas de la animación stop-motion. En su encomiable trayectoria artística, marcada por una intachable defensa del valor artesanal de la animación, Aardman ha trabajado sobre dos líneas bien definidas: el juego con los patrones de género (estrategia que alcanzó su cenit con 'Chicken Run: Evasión en la granja') y la apelación a un humor ácido, muy británico, ocasionalmente incorrecto. Estas constantes vuelven a emerger en 'Arthur Christmas' (segunda incursión del estudio en la animación digital, después de 'Ratónpolis'), donde el subgénero a diseccionar es justamente la comedia navideña, que aquí aparece aliñada con unos buenos brochazos de iconografía bélica y de cine de aventuras.
Por su parte, el sarcástico humor british brilla por su omnipresencia en cada giro de guión y en la topología y comportamiento de cada personaje (también en el acento, aportado por popes de la comedia como Hugh "House" Laurie o Bill Nighy). Para comprobar la contundencia heterodoxa del humor de la película resulta ilustrativo fijarse en el personaje del Abuelo Santa, un viejete amargado que ansía reivindicar su antiguo reinado (personaje que, además, vehiculará el conflicto central entre tradición y modernidad). Lejos del educado resentimiento de un personaje como el Carl Fredricksen de 'Up' de Pixar, el abuelo de 'Arthur Christmas' es una criatura verdaderamente avinagrada y salvaje: el tratamiento de la senilidad en la película es tan incorrecto como los ocasionales chistes machistas o la cruda exposición de los recelos paterno-filiales; esta familia Santa no tiene nada que envidiar a los disfuncionales clanes de Shakespeare. Una inclemente y sugerente avalancha humorística que tiene su origen en el guión de Peter Baynham y Sarah Smith (también directora del filme), en cuyos currículums figuran colaboraciones con los ilustres, modernos y mordaces Armando Ianucci, Chris Morris o Sacha Baron Cohen.
Además, para el crédito del sello Aardman, la película despliega un interesante choque visual entre la parafernalia propia de la tecnología punta (en clave militarista) y los ingenios mecánicos que hicieron célebre a la compañía: una batalla entre el pragmatismo y el idealismo en la que se divisa una tregua posible. Un diálogo que podría llegar a entenderse, en clave metalingüística, como una vía para la fusión de los imaginarios de la animación digital y tradicional. Finalmente, entre guiños a 'Star Trek', 'Star Wars' y a la propia Aardman (ese elfo narigudo que ajusta los rieles de una vía de tren eléctrico subido en una locomotora de juguete: como el Gromit de 'The Wrong Trousers'), 'Arthur Christmas' termina funcionando como un entrañable filme navideño, pero también como un eficaz y nada complaciente entretenimiento para adultos.
A favor: El carrusel visual y narrativo del tercer acto.
En contra: El apocado, algo neurótico y timorato Arthur puede resultar un poco cargante.
Mario Santiago