El glamour del cine español sigue tratando de encontrar una madurez algo imberbe y, así, mientras crece en aceptación el apoyo a la fiesta del cine patrio -de ahí ese patio de butacas con estrellas nacionales e internacionales: de Pedro Almodóvar a Salma Hayek, de Ricardo Darin a Daniel Brühl-, este debe lidiar con un espectáculo que sigue moviéndose entre lo tedioso y lo pícaro. La primera gran noticia de la gala fue el buen nivel de las películas nominadas, cada una, eso sí, hijo de su padre y de su madre: 'La piel que habito', 'No habrá paz para los malvados', ' Blackthorn. Sin destino (Blackthorn)', 'Eva'... una variopinta selección que realza el gusto de los cineastas españoles por el cine de género -terror, thriller, western, sci-fi- y donde se acabó alzando ganadora la película de Enrique Urbizu. Una justa decisión (al igual que lo fuera el triunfo de Agustí Villaronga el año pasado) que sirve para reivindicar de una vez por todas a uno de los cineastas más sobrados de estilo del cine nacional, un hacedor de thrillers implacables del tamaño de 'La caja 507', 'La vida mancha' y 'Todo por la pasta'. La película fue presentada en el pasado Festival Internacional de Cine de San Sebastián (también lo hicieron 'Arrugas' y 'La voz dormida', otras dos películas protagonistas de la gala) y allí entrevistamos a su actor principal, José Coronado. Leer entrevista.
La gala arrancó con una alfombra roja con un férreo control de seguridad. La amenaza del colectivo Anonymous de boicotear el evento a modo de protesta contra la Ley Sinde -la controvertida reglamentación que pretende acabar con la piratería tiene prevista su implantación para el próximo mes de marzo-, que para cuando empezó la gala ya había conseguido tumbar la página web de los Premios, obligó a quintuplicar las medidas de seguridad en el acceso al recinto; lo que no impidió que uno de los miembros del colectivo accediera al auditorio y llegara a enturbiar la celebración pese a ser detenido justo cuando iba a acceder al escenario (el año pasado el infumable Jimmy Jump sí consiguió dicha "hazaña").
En su papel de dominatrix del buen hacer de la gala, Eva Hache abrazó la línea continuista emprendida por Andreu Buenafuente: el humor blanco fue el predominante, yendo del bochorno -el baile de arranque- a lo insólito -el rap del Langui-, de lo circunspecto -la mayoría de las presentaciones- a lo genial -el monólogo de Santiago Segura (¿lo más cerca que podremos llegar a estar del terrorista del humor Ricky Gervais?)-. Y hablando de Santiago Segura: ¿estaríamos de acuerdo en reivindicar 'Torrente 4: Lethal crisis' como una de las grandes ausentes de la gala? La cuarta entrega del inefable policía facha y putero ha recaudado hasta la fecha 19 millones de euros, de ahí que sea, hoy por hoy, la película emblema del cine español. Y ya puestos a reivindicar... ¿qué hay de 'Los pasos dobles' de Isaki Lacuesta? ¿Por qué el cine de autor español sigue siendo tan difícil de ver en estos premios?
El presidente de la Academia de Cine, el empresario Enrique González-Macho, leyó su discurso acompañado de sus vicepresidentas: Judith Colell y Marta Etura; aprovechando para hacer de contrapunto del realizado por Álex de la Iglesia el año pasado, así mientras el realizador vasco habló de internet como "el presente y el futuro", el propietario de la Cadena de Cines Renoir se refirió al mismo diciendo que "hoy por hoy, prácticamente la totalidad de la economía del cine, los recursos que hacen posible la producción cinematográfica, no proceden de Internet, proceden esencialmente de las salas cinematográficas, de la televisión, del DVD y de otras formas de comercialización".
Para el recuerdo quedará pues el regreso de Silvia Abascal superada su enfermedad, el décimo Goya para el compositor Alberto Iglesias (record absoluto, en esta ocasión por el score para 'La piel que habito'), el comentario de Isabel Coixet al recoger el premio por su documental 'Escuchando al Juez Garzón' haciendo un chascarrillo con su "sí habra paz para los malvados" y, lo dicho, el triunfo de Enrique Urbizu, un cineasta esencial para nuestro cine. Para el olvido: la mayoría de los discursos de agradecimiento, un clásico en estos eventos.
Alejandro G. Calvo