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    Cannes Día 8. De la corrección de Walter Salles ('On the road') a la locura de Leos Carax ('Holy motors')

    La crónica de hoy abarca dos películas tan diferentes como el día y la noche: del academicismo arty de Walter Salles en su adaptación de la novela de Kerouac con Kristen Stewart, al bizarrismo estético del genial Leos Carax en 'Holy Motors'. Hoy es el día en que se pasa en la Quincena de Realizadores lo nuevo de Jaime Rosales, 'Sueño y silencio'.

    Lo cierto es que nos esperábamos lo peor. ¿Una adaptación de la mítica novela "En la carretera" de Jack Kerouac filmada por Walter Salles? Pero, vamos a ver, si el currículum del brasileño pasa por una película correcta pero sobrevalorada -'Estación central de Brasil (Central do Brasil)'- y un cúmulo de películas a cuál más desastrosa: 'Diarios de motocicleta (The Motorcycle Diaries)', el remake de 'Dark Water (La huella) (Dark Water)’, la desaparecida 'Linha de Passe'… Eso sin contar que la road-novel por antonomasia de la literatura americana era considerada como algo inadaptable, de ahí que nadie (hasta ahora) se hubiera atrevido con ella (y eso que su publicación data de 1957). Y es que una cosa es retratar las andanzas de Sal Paradise (alter ego de Kerouac) y otra bien distinta el saber captar el espíritu beat que, prácticamente, bautizó dicho obra. Porque "En la carretera" es mucho más que ver a un joven haciendo autostop, fumando porros y dándose a la noche más desenfrenada, la obra de Kerouac resulta clave para definir a la perfección la esencia vital de toda una generación vencida por la apatía romántica, que se bañaba en el be-bop de Charlie Mingus tirando de bourbon y marihuana mexicana. Una manera de entender la vida, ese nihilismo existencial que viraba hacia un apetito voraz por la experimentación y acaba desbocándose en forma de histeria autodestructiva, que acabó marcando la cultura norteamericana de forma indeleble de la mano de autores tan incontestables como William S. Burroughs o Allen Ginsberg. Al final, empero, la película de Walter Salles tampoco es para rasgarse las vestiduras; es cierto que es incapaz de saber describir en imágenes todos esos estados emocionales y, por ello, aprieta las tuercas dramáticas en demasía, exagerando muchas de las acciones, pero en general es una obra que sí inspira respeto hacia el trabajo (y la vida) de Kerouac y el resto de sus beat-buddys. Por trazar una comparación del amigo Joan Pons diríamos que Salles (y tantos otros: Tim Burton, Atom Egoyan, Emir Kusturica…) son al cine lo que escritores como Murakami o Auster a la literatura: hacedores de "best-sellers de autor", o lo que es lo mismo, creadores poseedores de un indudable sello estilístico lo suficientemente diluido y anodino que logran gustar a todos por igual. El trabajo de Salles no es desdeñable, más bien oficioso, y parece haber logrado una conexión lo suficientemente buena con sus actores –Garrett Hedlund, Kristen Stewart, Sam Riley - como para que la película logre, por momentos, poseer un turbio aire alcohólico que resulta hasta simpático. Apaguemos la pira, pues.

    El equipo de 'On The Road'

    Y de la absoluta corrección al ejemplo de libertad artística más notable de todo este Festival de Cannes. Nos referimos, claro, a 'Holy Motors' del francés Leos Carax, quien no nos entregaba un nuevo largometraje desde 'Pola X' hace ya trece años -uno de los comentarios más divertidos vertidos ayer en twitter fue que "'Holy Motors' hace parecer 'Pola X' como si fuera 'El discurso del rey (The King's Speech)'"-. Y es que la película es todo un ejemplo de bizarrismo de qualité, una declaración de amor apasionado hacia el cine, sus mutaciones e, incluso, su muerte. Un ejercicio casi suicida de realización cinematográfica e interpretación artística (lo de Denis Lavant es de traca) que arranca como 'Cabeza borradora (Eraserhead)' –con el propio Leos Carax dando vida a un hacedor de mundos donde se funde lo real y lo cinematográfico- y se desarrolla como una road-movie en limusina donde el personaje principal va mutando a cada nueva historia, en cada nuevo encuentro con otro personaje (que, en ocasiones, es una versión antigua de sí mismo), teniendo cada uno de esos encuentros una historia, una estética y un significado propio, lo que propicia que a medida que la obra vaya avanzando esta vaya acumulando capas y capas de personajes, emociones e imágenes icónicas que, en su última parte, acabarán fundiéndose las unas con las otras, dando pie a una sola y cósmica pieza donde lo absurdo y lo risible va de la mano de lo exegeta y autoral. Como unos "Cuentos de Canterbury" posmodernistas y bipolares, 'Holy Motors', acaba resultando una película extrema, o la adoras o la repudias, o aplaudes desaforado o pegas patadas a la butaca de enfrente. Por suerte, yo soy de los que aplauden a rabiar (metafóricamente, que soy más bien tranquilo).

    Holy Motors

    Aquí, Brad Pitt en el photo call de ayer, no tiene nada que ver con la crónica pero embellecer, embellece

    Y, por último, damos un repaso a la Quincena de realizadores, que hoy cuenta la presencia de 'Sueño y silencio (Sueño y silencio)', última película del realizador catalán Jaime Rosales y única representación 100% española en esta edición de Cannes. Con ella el premiado director de 'La soledad' ha regresado a retratar la lucha de una familia a la hora de superar el dolor que provoca una tragedia inesperada (la muerte de un ser querido). La película está rodada en blanco y negro con un marcado tamaño de grano que le otorga una estética diferenciada, está hablada en cuatro idiomas diferentes y posee un modelo de narración de tempo pausado, aunque sin llegar a los extremos de su anterior película, 'Tiro en la Cabeza'. A ver qué tal responde el público. También en el marco de la Quincena vimos dos películas bien esperadas: 'Room 237' de Rodney Ascher, tremendo documental sobre las teorías conspiratorias que un puñado de freaks extraen del visionado de 'El resplandor (The Shining)' de Stanley Kubrick (a Sitges directo: es tremendamente divertido); y '3', de Pablo Stoll Ward, quién construye una bonita historia de reconciliación familiar siguiendo los códigos narrativos y humorísticos que en su día auparon 'Whisky'.

    Música de fondo: Beastie Boys

    Alejandro G.Calvo

    + Todas las crónicas de Cannes 2012 by Alejandro G. Calvo

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