Fernando Trueba recibió a SensaCine en Madrid con motivo de la presentación de su última película: 'El artista y la modelo', tras su paso por el Festival de San Sebastián y con vistas a su inminente estreno el viernes 28 de septiembre.
En una época de cine de consumo rápido ¿qué riesgos tiene estrenar una película como esta?
No me lo planteo como tal. Sé que es un riesgo, pero personal: porque es la película que he querido hacer y que consideraba que era el momento de rodarla. He estado durante años "mareando la perdiz" y atrasándola, porque pensaba que no era lo suficientemente maduro para filmarla y me centraba en otros proyectos. No quería llevarla a cabo antes de tiempo. Entonces llega un momento en el que piensas: "ahora sí". El cine de consumo rápido ha existido siempre, no es un invento de estos tiempos: antes también había películas malas, que también iba mucha gente a verlas pero nadie las recuerda. Yo siempre trato de hacer las cosas bien y contar historias que me importan. Y por otra parte me agrada que eso que yo siento el público lo comparta, lo entienda y lo viva.
¿Por qué no hay presencia musical en la película y el único tema (con el que se cierra el filme) sea la novena sinfonía de Mahler?
Siempre me ha fascinado como finaliza esta pieza musical; parece que acaba pero no lo hace, y así varias veces. Es como el eco de la música que has oído a lo largo de toda tu vida. Hay una especie de estéreo en el que pensé mientras escribía la película. Antes de rodar Jean Rochefort me preguntó si seguía con Mahler en mente, porque le gustaba mucho la idea. Desde el primer momento tuve en mente ese fragmento final de la película con este tema de fondo. Sin embargo, cuando me estaba encargando del guión yo la concebía sin música: pensaba más el ruido del entorno, del taller, de la casa…Pero nunca tomándolo como una decisión fatal. Al ver la película acabada podía haber pensado "que bien pegaría esta pieza aquí o allá", pero no fue así y quedó como yo la había concebido.
Eres un cineasta que se reinventa película tras película. ¿Esto se debe a que quieres dar algo distinto al público o porque ruedas lo que te apetece en cada momento?
No tengo la menor preocupación en dar algo diferente al público. Siempre es porque me enamoro de un proyecto. En ese sentido, y probablemente ingenuamente, piensas: "si a mi me gusta, probablemente a la gente le va a gustar". Lo primero es centrarse en algo que realmente quieras contar. Nunca he pensado en que tenía que hacer algo distinto a lo anterior, no he invertido ni un segundo en ello.
La cinta trata temas muy profundos, pero para el espectador resulta muy liviana sin resultar pedante en ningún momento, ¿cómo has logrado ese equilibrio?
Buscando lo natural. Tratando de hacer una película casi paralela a lo que el escultor protagonista de la historia esta intentando encontrar: el corazón de las cosas. Cuando haces una comedia te centras en los personajes, los gags, la estructura… Pero aquí buscaba la verdad de las cosas, y artísticamente en este sentido no puede haber descuidos. Un día en el que hice a Jean improvisar en la película se le escapó la palabra "creación"; yo corté y le dije que su personaje nunca usaría ese término, además tiene otras connotaciones y no queríamos ir por esa senda. Hay gente que ha escrito cosas maravillosas sobre arte, pero otras veces es pura palabrería. La nuestra es una película sin trucos, que trata de plasmar la realidad. Por esto, un amigo mio me dijo recientemente que: "hoy en día, hacer algo así es asombroso".
¿Cómo preparaste el terreno para el rodaje de una película en el que la actriz protagonista (Aida Folch) aparece desnuda casi todo el metraje?
Era algo que me preocupaba desde el principio, no es que se me presentase durante el rodaje. Lo que me hizo es estar muy concentrado en cada plano, por el modo de rodarla. Tenía que estar muy pendiente de cómo se estaba contando la historia, que ese trasfondo quedase como yo quería. En cada escena busqué el ángulo y la composición adecuada para cada momento. Por ejemplo la primera vez que ella se desnuda no se la ve, esa escena esta narrada desde los gestos del artista y la modelo.
Debe ser un gran honor para un director que un actor al que admira (Rochefort) confiese que esta va a ser la última película que ruede.
Sientes una gran responsabilidad. Él me dijo una vez: "este es un oficio de gran desgaste físico, y ya tengo una edad. Igual te toca estar catorce semanas levantándote a las seis de la mañana, rodar bajo temperaturas extremas, y ya no estoy para esas aventuras. Estaba buscando un personaje y una película con la que cerrar mi carrera como intérprete". Va a seguir en el mundo del cine, eso es cierto: ha publicado un libro para el museo del Louvre, ha dirigido un cortometraje y participado en la realización de un largometraje. Es un hombre activo e inquieto, pero buscaba la manera de acabar así esta etapa. Aparte, para Jean es muy importante la química con su director, porque es muy sensible. Me contó una vez que le había llamado un cineasta al que admiraba mucho, pero declinó trabajar con él porque no había comunicación entre ambos.
Y hablando de otra veterana, el personaje que interpreta Chus Lampreave a pesar de estar en un segundo plano le da otro ritmo a la película en sus apariciones. ¿Cuándo pensaste en ella para encarnarlo?
El rol de esta criada española estaba en el guión desde el primer momento. Pensé en Chus para encarnarla porque no quería tener un personaje convencional, podía haber llamado a una actriz secundaria que cumpliese y punto, pero no era lo que buscaba. Sin embargo ella le metería ese punto diferente con grandes dosis de humor. Yo la adoro, hemos trabajado juntos cinco veces y me gusta definirla como un "ser angélico", ella es como poesía en movimiento. Cuando estuvimos en el Festival de San Sebastián me confesó que nunca había asistido a este tipo de certámenes, y en el momento de ir andando por la ciudad: la gente le mostró unas muestras de cariño tan brutales que estaba emocionadísima.
Háblanos de tu próximo proyecto: La secuela de 'La niña de tus ojos'.
Nunca pensé en que tendría una segunda entrega. Pero a lo largo de estos años, se me han ido ocurriendo cosas que podrían suceder a los personajes, y llegó un momento en el que la acumulación de ideas era tal que pensé en llevarlas a cabo. Son personajes que se han quedado conmigo y pienso que sería muy bonito colocarles en un momento de la historia posterior al de la primera entrega, con el tiempo real que ha pasado – ya sean dieciséis o diecisiete años - y sumergirles en otro rodaje y en otra aventura. Yo se lo fui contando a todos los actores que participaron en la anterior película y todos mostraron unas ganas tremendas de comenzar a trabajar en el proyecto, algo que me motivo mucho. 'La niña de tus ojos' es el filme en el que más he trabajado en mi vida, pero también con el que más me reído durante el rodaje; imagínate una producción con esa tropa de actores: Santiago Segura, Antonio Resines, Jesús Bonilla, Rosa María Sardá… A mi me gustaba llamarles el "grupo salvaje".
Tomás Andrés