Me sería imposible empezar la crónica hablando de la obra del cineasta Don Coscarelli, principalmente, porque no he visto ni la mitad de su filmografía. Y es que aunque ésta únicamente alcance los diez largometrajes, básicamente es conocido –y por ello homenajeado con la Màquina del Temps del Festival- por dos de sus primeras películas, las ya lejanas Phantasma (1979) –llegó a filmar hasta cuatro películas- y El señor de las bestias (1982). Cineasta bregado en la serie B, por más que él no soporte dicho apelativo, lo más significativo que ha rodado estos últimos años ha sido una delirante historia protagonizada por un Elvis entrado en años (Bubba Ho-Tep, 2002) y el tronchante (y terrorífico) episodio de la serie colectiva Masters of horror, titulado Incident on an Off a Mountain Road. En una línea aún más delirante el cineasta ha presentado en Sitges John Dies at the End, una comedia del horror protagonizada por dos jóvenes acostumbrados a combatir espectros/demonios que deben enfrentarse a la invasión de la Tierra por un universo paralelo controlado por un magma viscoso mutante y caníbal. Reconociendo lo atractivo de la premisa, lo cierto es que la película es un despropósito que trata de emular el éxito pulp de cintas como Repo Man o Las alucinantes aventuras de Bill y Ted… con desigual fortuna. Si bien acierta en mantener de principio a fin su espíritu anárquico y desquiciado, ésta fracasa debido al bajo punch que tienen sus continuos golpes de humor. Aún así tampoco habría que ponerse demasiado quisquilloso con una película cuyo principal fin es hacer reír al espectador más afín al género: larvas gigantes, termitas diabólicas, monstruos que cobran vida a partir de un surtido de despieces cárnicos (cabeza de pollo a l’ast, manos como salchichas) y demás barbaridades imaginativas. Si aún existieran los videoclubs con cintas VHS esta película sería de lo más alquilada.
Mucho más interesante ha resultado la cinta española Mi loco Erasmus de Carlo Padial (adaptando su libro "Erasmus, orgasmus y otros problemas", miembros de Los Pioneros del Siglo XXI, el delirante grupo detrás del fenómeno underground del post-humor Go Ibiza Go (lo podéis buscar en YouTube para entender el grado de chifladura que manejan). La obra es un fascinante mockumentary que sigue los pasos de un creador obsesionado por la mezcla de formatos a la hora de realizar un documental sobre los estudiantes Erasmus que eligen Barcelona como ciudad de residencia. Mezclando cine de animación, ficción, realidad y videos cachondos de internet, la película bascula entre la brillantez y la locura, entre la reivindicación del retrato nerd y la estética del documental televisivo familiar. La película podría entenderse tanto como una gran broma fílmica –de la que participan reyes del humor contemporáneo como Miguel Noguera, Venga Monjas e, incluso, el cineasta Carlos Vermut- como un spoof del documental de autor que indaga los demonios que esconde la creación artística. Seguramente tenga un poco de cada cosa y sea más un gran chiste que otra cosa. Así que como a mí me ha hecho mucha gracia, me doy más que por satisfecho.
Como no hay tráiler de la película pongo como pieza un capítulo de Go Ibiza Go.
Cerramos texto con Aftershock del director chileno Nicolás López –presentó en Sitges 2008 la olvidable Santos-, producida, co-escrita y protagonizada por Eli Roth. Una curiosa colaboración que hace que la película de López trate de ser un Hostel de bajo presupuesto e ideas desiguales cambiando las brutales sesiones de tortura por las terroríficas consecuencias que se desarrollan tras un terremoto. El resto, básicamente igual: turistas patéticos que pierden la cabeza por jóvenes bellezas para, al final, acabar todos masacrados con distinto grado de dureza. Lo peor del asunto vendría por una pésima conjugación de los contenidos dramáticos: si estás rodando una comedia es complejo que entren como divertidas (por más macabras que sean) una violación o un cementerio de fetos. Y es en esa desafortunada mezcla de ultraviolencia y chistes de brocha gorda donde la película dejó de interesarnos lo más mínimo.
Música de fondo: Baxter Dury
Alejandro G.Calvo